sábado, 19 de septiembre de 2009

Las moscas, ANTONIO MACHADO

LAS MOSCAS (XLVIII)








Vosotras, las familiares,
inevitables, golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela

__que todo es volar__, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales…
moscas de todas las horas,

de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia
que da en no creer en nada,

de siempre… Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado

sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas;
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.



De “Soledades. (Humorismos, fantasías, apuntes)” de ANTONIO MACHADO

(XLIV)
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

(XXIX)
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

De “Campos de Castilla. (Proverbios y cantares)”, ANTONIO MACHADO