LA UTILIDAD DE LA FAMILIA de Miguel Ángel Angulo. Por Custodio Tejada
Opiniones de un lector. Por Custodio Tejada.
LA
UTILIDAD DE LA FAMILIA de Miguel Ángel Angulo. Poesía. Colección Diástole de
Esdrújula Ediciones, la editorial que tan bien cuida Mariana Lozano Ortiz.
Primera edición septiembre de 2023. En la contraportada encontramos una
clarividente sinopsis de la laureada poeta Ángeles Mora. 80 páginas y 43 poemas
repartidos en 4 partes que se titulan: Origen
(con 2 poemas), Identidad (con 30
poemas), Memoria (9) y Barro (2). El título es una afirmación
con aroma a interrogante que abre paso a una biografía de emociones y recuerdos
que determinan y configuran. El poemario encierra un afán de autoconocimiento y
superación. Dedicado a la familia, la que fue y la que ha llegado. El primer
poema se titula Parto, título
premonitorio de lo que nos espera, el autor convertido en madre y a la vez en
hijo, unido a ella por el cordón umbilical del lenguaje, los recuerdos y la
pérdida. La identidad que proporciona el dolor le ha hecho fuerte y sensible.
La figura materna se convierte en una línea de fuerza que sustenta todo el
poemario, una ausencia que se transforma en una presencia vital y mágica. Un
poemario con tinte existencial convertido en un salón de espejos lleno de
palabras reflejo. El poeta se ha sublimado en su arte a través de un
responderse a sí mismo. La utilidad de la
familia, como dice el autor, es un conjunto de “momentos inolvidables,
aquel lugar donde merece la pena volver siempre”.
Cada
escritor escribe por unos motivos. Algunas veces escribimos para desahogarnos y
para que nos escuchen, otras para oírnos a nosotros mismos, pero también para
callar y disfrutar del silencio descanso que llega después del vuelo de la
palabra. Asegura la escritora Laura Esquivel que “la vida sería mucho más
agradable si uno pudiera llevarse a donde quiera que fuera los sabores y los
olores de la casa materna”. La infancia siempre es un refugio. Escribir es
refugiarse en el tiempo, pero también es ocultarse del tiempo para huir del
espacio. Lugares a los que no se quiere volver, pero de los que uno no puede
huir jamás. Ya lo decía Borges: “Cuando uno extraña un lugar lo que realmente
extraña es la época que corresponde a ese lugar; no se extrañan los sitios,
sino los tiempos.” Los poetas sabemos del poder exorcizante del lenguaje, del
poder simbólico que tiene la palabra como vía de conocimiento y salvación
personal, o al menos, liberadora, por lo que tiene de terapéutica. Y es que
como afirma Juan Manuel de Prada “las palabras fueron creadas para descifrar y
nombrar el mundo. Creo que, más bien, el verbo nos hace conscientes de nuestro
lugar en el mundo”. Y como colofón a este párrafo introductorio abusaré de otra
cita más, esta vez de Luis García Montero, donde manifiesta que “los poetas
sabemos que lo biográfico es importante, pero empobrece la obra de arte si se
convierte en un desahogo. Y, por tanto, tiene que transcender a un yo literario
que represente a la condición humana”.
Escribe
la poeta Ángeles Mora en la contraportada que “La utilidad de la familia es un
libro muy especial, lleno de sutilezas y matices que nos van atrapando y
sorprendiendo. Supone un magnífico ejercicio de introspección, análisis y
superación, poniéndose en la piel del niño que aún debe llevar dentro, porque
la niñez marca la vida. Pero también en la del joven destinado a perderse:
música, interminables tardes, verano, humo. Un viaje con muchas curvas”.
Nos alumbra el propio poeta en una entrevista para
Secretolivo que “cada poema debe de ser un espejo en el que reconocerse, donde
percibes qué te empeora o sana y aceptas quién eres, un lugar de superación. La
utilidad de la familia es un cuarto lleno de espejos en el que se multiplican
los reflejos de uno mismo”. Y en otra entrevista para Ideal completa que “se
trata de un ejercicio en el que he bajado hasta el fondo de mí mismo para sacar
lo que llevaba dentro en forma de poemas, de belleza… que es, también, una
forma de superación.”
Cuando
el autor utiliza la palabra “utilidad” para el título es porque busca una
productividad, la de la poesía, por lo que acerca la literatura al ámbito del
mercado, en beneficio propio y de todos sus lectores, eso sí, convirtiendo su
poética en un objeto de consumo que eleva y transciende. El título es una
afirmación con aroma a interrogante, que abre paso a una biografía de emociones
y recuerdos que determinan y configuran la existencia y la lectura. El poeta
mete el dedo en la llaga para sacar una medicina o una respuesta en forma de
poema. Dedicado a la familia, el primer poema se titula Parto, título
premonitorio de lo que nos espera, el autor convertido en madre y a la vez en
hijo, unido a ella por el cordón umbilical del lenguaje, los recuerdos y la
pérdida. ¿Quién pare a quién? En el poema, el hijo pare a la madre, su
recuerdo. El amor y el dolor son los dos hilos fundamentales que tejen el
poemario. En los dos primeros poemas, como hijos que se entrecruzan y
entretejen, el parto de la madre y el parto poético del poeta-hijo forman un
refugio en la memoria y en la palabra, un nuevo nacimiento, el de la nostalgia.
Lo trágico se torna en un amor inextinguible. “Se origina un idioma con el
mundo,/ un discurso frenético. Es la/ lengua materna que habla en el dolor/ de
la frágil belleza que he asumido” –escribe el poeta en la página 26.
Los poemas, como cordones umbilicales, unen al poeta con
su pasado y al lector con el poeta, todos cobijados en la misma placenta libro.
Es un poemario tan hondo y fértil que tiene un efecto placebo para el autor,
por la parte sanadora que tiene la escritura. Las ausencias y las carencias
tornan la poética del libro en un hogar que da cobijo y apego, paradójicamente.
De una musicalidad y exquisitez extrema, los recuerdos poemas se convierten en
talismanes identitarios. “La belleza del daño cicatriza,/ lo dicen las parteras
al mirarme./ Saben cuánto dolor nos sobrevive,/ cómo es el llanto y quién nos
necesita/ al darle forma al mundo al que llegamos.” –leo en la página 16.
Los interrogantes del poemario nos llevan por el camino
de la duda, un diálogo del poeta consigo mismo que se hace transversal en la
lectura, de la complicidad que busca Miguel Ángel con el lector, su confidente,
y por qué no, también su terapeuta. Leamos el poema “Duda primera” en la página
27. Encontraréis versos tan potentes como los de la página 48: “Cuando entré en
la muchacha virgen, madre/ comprendí que el amor está en la grieta/ que en ella
nace el próximo lenguaje.” Incluso el poeta nos confiesa en una entrevista para
Ideal que “yo llegué a la poesía por tener muchas preguntas pendientes de
respuesta”.
Miguel Ángel Angulo, un letraherido que nos conduce por
el oleaje de sus versos psicodinámicos, a veces como una mar en calma y otras
como una mar embravecida, pero siempre como un puerto seguro donde refugiarse y
arrojar el ancla. El lenguaje convertido en hogar y en paraíso. La palabra es
su abrigo y su amparo, su salvación y su talismán. El poemario está recorrido
también por una serie de nombres propios que nos llevan por itinerarios y
experiencias: Kurt Cobain, Adán, Karol Jozef Wojtyla, Auschwitz, Los Panchos,
Machín, Mecano…
La utilidad de la familia
de Miguel Ángel Angulo, con espíritu de autorretrato, es un libro tan profundo
como un pozo. El poeta, cubo a cubo, poema a poema, ha ido aflorando a la
superficie el agua de una nostalgia que sacia la sed y repara, su verdadera
herencia. Un poemario que transciende el dolor y la memoria para hacerse poesía,
un camino de ida y vuelta que cura y sana a través del amor. Al final de su
lectura todos conformamos una familia, versos y poemas, autor y lectores,
silencios y palabras, recuerdos convertidos en cicatrices y caricias “donde
cantamos todos en familia”.
Custodio Tejada
Opiniones de un lector.
Enero de 2024