martes, 22 de septiembre de 2009

FÚTBOL Y POESÍA: UN TÁNDEM PERFECTO

FÚTBOL Y POESÍA: UN TÁNDEM PERFECTO


Hagamos memoria. Abrid la poesía épica del fútbol por la página que queráis. Recordemos a Paco Gento corriendo por la banda igual que un verso libre. Imaginemos el gol de Zarra repitiendo una y otra vez la rima de un soneto. Ver jugar a Di Stéfano nos produce la misma adrenalina que leer a Charles Baudelaire o Arthur Rimbaud. Cerremos por un momento los ojos y toquemos con las yemas de los dedos la métrica de los pases medidos y los chutes a puerta de Puskás. Contemplemos toda la belleza de Budapest concentrada en un pase mágico. O Rey Pelé bailando samba encima de un diccionario sembrado de césped. Diego Armando Maradona y la mano de Dios hecha carne de metáfora, hecha cuento de Borges. Johan Cruyff y sus botas de Pitágoras regateando un jardín de tulipanes, Cruyff y Hölderlin frente a frente, uno y otro hablando el mismo idioma con diferentes lenguajes, escribiendo las mismas estrofas, uno con palabras, el otro con las botas, fútbol total versus poesía total, idéntica obra. Y a su lado Franz Beckenbauer, el Kaiser, un versátil Horacio del balompié que convirtió el parnaso en un estadio de fútbol. Zinedine Zidane “Zizou” recitando el baile de los cisnes como un antiguo trovador de la Provenza acompañado de otro juglar del balón, Michel Platini. El divino Roberto Baggio, heredero de Petrarca. O Lev Yashin, la araña negra que tejía versos con sus manos, versos como hilos de oro en los que detenía el tiempo, paradas en las que describía el olimpo de los dioses, la gloria del triunfo, el suspense sublime del guardameta. Todos nos dejaron un arte escrito con mayúsculas, un arte escrito con goles, con pases, con paradas y lanzamientos, con jugadas celestiales.

¿Quién ha dicho que el fútbol no es poesía, no es belleza hecha verso, poesía escrita con un puntapié certero que se convierte en la rima de un gol que se expande como el eco? El fútbol está lleno de páginas escritas con los mejores poemas visuales, con la magia de todas las musas. ¿Quién no ha sentido la lírica del gol en sus venas? ¿Quién no ha medido las silabas que tiene un segundo durante noventa minutos o durante la eternidad que dura un penalti? Cada gol es un poema hecho coreografía, hecho baile de letras y suspiros, una sinfonía de cítaras que nos adelanta el descanso del cielo y la gloria de los héroes. Cada Eurocopa es un libro editado con los mejores poemas, cada mundial es una antología escrita por los mejores vates del balompié, el mejor festival de poesía que se puede ver, que se puede soñar.

¿Acaso cuando el niño Torres corre y toca la pelota no suena igual que un poema recitado por el mismísimo Shakespeare. Acaso un gol de Villa no es la mejor metáfora para comprender el uni-verso sobre el que se sustenta la creación. Acaso un pase de Iniesta, de Capdevila, de Fábregas, de Silva, de Senna, de Xavi… no explican mejor la poesía de la física cuántica con una pelota que es capaz de estar en varios sitios al mismo tiempo. Acaso una parada de Casillas no conmueve igual que los versos espirituales de San Juan de la Cruz. Acaso el vuelo para detener una pelota que va por la escuadra no nos recuerdan las levitaciones de Santa Teresa. Acaso Villa no compuso, con un had trick frente a Rusia en la Eurocopa que nos hicimos campeones, uno de los más bellos haikus jamás escrito, emulando así al maestro sublime Matsuo Basho? Cuando chutan a portería Villa o Torres en sus botas golpea la Generación entera del 27 y el Siglo de Oro al completo. Hasta Quevedo y Góngora aplauden juntos y se ponen de acuerdo. El Guaje Villa, por derecho propio, como héroe y trovador de su gesta, se ha convertido en el cantor de su pueblo, en el poeta de su gente, en la voz sonora y absoluta de su patria. Porque el fútbol, igual que la poesía, nos redime de una existencia monótona y vulgar.

Y si al final, después de todos los sufrimientos y satisfacciones, se repite el canto épico de 1964 ganando de nuevo la Eurocopa de fútbol, compondremos un nuevo Himno deportivo, y entonces la locura se tornará genialidad, el delirio dará paso a la mística, el éxtasis colectivo abrirá de par en par las puertas de la gloria, y el nirvana épico invadirá cada glóbulo rojo y amarillo de un pueblo que lo último que pierde es su esperanza. Millones de corazones latiendo al unísono, en el mismo compás. Millones de gargantas afinadas con el mismo diapasón, con la misma rima consonante: ¡gol! ¡gol! ¡goooooool! Millones de sonrisas atiborradas de sueños. Y ganamos la Eurocopa, y ganamos el Mundial, y otra vez ganamos la Eurocopa... El sueño continúa. La poesía es un sueño del que jamás despiertas, el fútbol es poesía hecha sueño.

Para alguien quizá todo lo dicho sea excesivo, pero la poesía y el fútbol por encima de todo es exceso y sensibilidad, es magia y locura, delirio. Fútbol y Poesía: un tándem perfecto. Todo pasión, todo sentimiento.




Autor Custodio Tejada