miércoles, 12 de junio de 2019

LOS OJOS DESEADOS de José Antonio Sáez

Opiniones de un lector

LOS OJOS DESEADOS DE José Antonio Sáez.


LOS OJOS DESEADOS de José Antonio Sáez. Editorial Alhulia. Colección Crisálida de prosa poética. Un subtítulo bastante rococó en el interior: “Jardín de muy preciosas perlas”. Un preámbulo, 76 perlas y 91 páginas. Dedicado a su familia y a Dios, porque nuestro poeta es creyente, cada perla tiene de 8 a 15 renglones aproximadamente. En el colofón se nos informa que “se acabó de imprimir el 23 de abril de 2019 en los talleres de Quares. Laus Deo”. Y para ambientar nuestra lectura os dejo como aperitivo una cita de la página 87: “Descálzate, porque la tierra que pisas es sagrada”.




LOS OJOS DESEADOS de José Antonio Sáez. Editorial Alhulia. Colección Crisálida de prosa poética. Un subtítulo bastante rococó en el interior: “Jardín de muy preciosas perlas”. Un preámbulo, 76 perlas y 91 páginas. Dedicado a su familia y a Dios, porque nuestro poeta es creyente, cada perla tiene de 8 a 15 renglones aproximadamente. En el colofón se nos informa que “se acabó de imprimir el 23 de abril de 2019 en los talleres de Quares. Laus Deo”. Y para ambientar nuestra lectura os dejo como aperitivo una cita de la página 87: “Descálzate, porque la tierra que pisas es sagrada”.

El aprendizaje del hombre es autodidacta por necesidad y por naturaleza, brota de la capacidad de percepción e introspección que tiene el ser humano, pero también tiende a regular y compartir ese saber de una forma académica. Lo mismo pasa con la fe, es una experiencia íntima e intransferible que encuentra su razón de ser cuando se vive en comunidad, como la lectura. Por lo que fe y lectura tienen una parte racional y constatable y otra que no lo es tanto, sino que tiene que ver más con la intuición y la confianza en las emociones de cada cual. Así pues, en este mundo tan académico en el que vivimos ser autodidacta no está bien visto. Pero lo importante es que cada mañana amanece un nuevo día digno de veneración que es capaz de refundar el mundo, y eso es lo más sagrado que tiene la vida, que podemos convertirnos en un sagrario de instantes únicos y absolutos donde la gracia divina se reparte sin miramientos. Dice San Agustín que “el hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo.”

            Por quienes opinan de nuestros libros o quienes nos hacen un vacío, a veces, podemos averiguar si somos francotiradores solitarios, de los otros, o miembros de alguna tribu literaria a quien debemos cuidar con esmerada pleitesía. Muchas son las opiniones que se han vertido ya sobre “Los ojos deseados” y aquí quiero reflejar unas cuantas que me parecen complementarias, pertinentes y lúcidas. Dice Ángel Olgoso: “Los ojos deseados me ha parecido un librito subyugante… Porque es cierto que se experimenta una especie de embriaguez deleitosa, de ascenso místico.” Emilio Ballesteros también opina: “prosa poética de una delicadeza poco común, inspirados en místicos tanto cristianos… como sufíes islámicos”. O “Leer sus textos, de un lirismo intimista y recogido, pero que mira la realidad cotidiana con ternura y simpatía, nos permite acercarnos a los rincones más preciados de nuestro propio corazón”. Miguel Argaya continúa con los merecidos halagos y reconocimientos: “Fantástica lección de prosa meditativa con la justa carga poética… Es un libro que me habría gustado escribir y que me ha gustado leer.”  El prolífico Fernando de Villena añade: “En Los ojos deseados hallamos toda la belleza y sensorialidad que caracterizan al lenguaje místico y en consecuencia todos los recursos que le son propios: antítesis, paradojas, paralelismos, símiles, metáforas, subjuntivos verbales…” Mauricio Gil Cano en Diario de Jerez dice: “Hay libros que son un regalo espiritual, cuyas palabras acarician el alma del lector y lo elevan a esferas de música armoniosa… Es el caso de Los ojos deseados.” En diario Córdoba Pedro M. Domene agudiza el oído para decir: “Una sucesión de textos breves… que semánticamente otorgan a su prosa la búsqueda de una cadencia a través de calculadas pausas y una equilibrada distribución del ritmo lector.” Nos confiesa Efi Cubero que “Es un libro de amor donde regresa el tiempo del asombro en el murmullo fresco, en el desnudamiento y la pureza, en lo incorpóreo de la transparencia. Libro profundo de un poeta que escarba en su interior y nos llega en su verso destilado.” Y para concluir una referencia antigua de Remedios Sánchez: “Posee el poeta José Antonio Sáez una de las voces más definidas de la poesía andaluza actual.”

            Parafraseando al autor: “Sobra la vanidad y sobran todas las humanas ataduras cuando corres al encuentro” de José Antonio Sáez y Los ojos deseados. Para penetrar en estas páginas de prosa poética “debes ir con la inocencia y la ingenuidad del niño que se deja llevar por la mano” del poeta transcendido aquí en un ser místico. También podría decir que los renglones de Los ojos deseados “más que descifrar yo su código, fueron ellos quienes se me revelaron” –como nos confiesa el autor en la página 39 Perla 27. El poeta se hace “cognoscible” en nosotros, sus lectores. “Esperaba escuchar la melodía de tu voz y que tus palabras fueran vida de mi vida; mas luego entendí que tú no hablas, sino que te revelas a quien eliges” –desvela José Antonio Sáez en la página 40 Perla 28.

La sinopsis, en la contraportada del libro, nos aclara que “Los ojos deseados son aquellos sin los que no es posible vivir y que persigue el enamorado… Los ojos de la sabiduría interior, esa que aporta lucidez al conocimiento y lo aproxima a la transcendencia, a lo sagrado, sin llegar a alcanzarlo”. El propio autor lo recomienda así: “prosas líricas de místico aliento (que guardan) muchos instantes de feliz y gozosa lectura”. La portada no dice mucho salvo si entendemos su abstracción como una visualización cósmica del lenguaje simbólico que nos espera dentro.

Una dedicatoria a su sagrada familia, como arco de triunfo en la entrada, nos da la bienvenida. Después dos citas, una de Jalal Al-Din Muhammad Rumi: “Transforma tu cuerpo entero/en visión, hazte mirada”, y otra de San Juan de la Cruz (Cántico Espiritual) donde aparece por primera vez una referencia al título “Los ojos deseados”. Dos místicos para intertextualizar su prosa poética y nuestra lectura, y para dejar claro desde el principio el territorio sagrado que pisamos. El autor, en su preámbulo, pareciera que subido en una Torre de Babel se desgañita para hacerse entender sin resultados satisfactorios, pero nada más lejos de la realidad, ya que luego sus 76 perlas muestran, como 76 cuentas de un rosario, los misterios sagrados de un corazón que late, el suyo propio. “No consigo hacerme entender por más que me esfuerce. Pareciera que hubiésemos adoptado lenguas distintas o que hayamos confundido las lenguas” –dice en la página 11, y que ya te predispone para que cambies el chip y empieces a percibir la sutil alegoría, la delicada perla metaliteraria.

José Antonio Sáez, como un “jinete que cabalga en la luz hasta difuminarse en lo etéreo” (pág 18), ubicado “en los límites del lenguaje” (pág 16) y como “destinatario de la revelación” (pág 13) teje esta “urdimbre” de perlas para compartir consigo mismo y con sus lectores una experiencia, una vida, una sabiduría que levita y la lucidez de su límpida escritura que suena con una musicalidad exquisita. Y es que estos párrafos, como si fueran un Via Crucis, nos llevan estación tras estación hasta la luz salvífica. “Caído a tierra, recibirá la sacudida” –revela en la página 14 Perla 2. Es por tanto Los ojos deseados un camino, una vía de salvación, mística y lírica al mismo tiempo.

El poeta, como Moisés, también nos guía por el desierto de los significados y los paralelismos. “Ya ves que la lengua se me traba, que tartamudeo y apenas puedo balbucir la luz de tus palabras” –dice en la página 35 Perla 23, pero, aun así, el poeta se pone al servicio de la poesía y conduce al pueblo elegido (los lectores) desde sus perlas hacia la luz. Los sentidos están a flor de piel y nos acompañan durante todo el recorrido, y las sinestesias sensoriales y semánticas se convierten en agujeros de gusano, renglones que son vasos comunicantes entre significantes y significados.

Qué es lo que hacemos los poetas sino reescribir el mundo constantemente, reiterar lo ya escrito diciéndolo de otro modo, en oleajes de nuevas espumas, de nuevos reflejos. La intertextualidad del libro es fundamental para su comprensión. Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Muhammad Rumi, el Cantar de los Cantares, la Biblia… Algunas perlas comienzan con una referencia a los Evangelios página 78 Perla 66 (“Mirarán al que atravesaron” –Jn 19,31), o algún verso de Luis de Góngora (“Vendado que me has vendido”) –quizá porque como aquél., aquí el autor también juega con las palabras y quizá porque quiere homenajear y advertir cierto paralelismo de lo que él hace con lo que Góngora significó para la amplitud cognitiva de nuestra lengua-, o bien terminan con unos versos de San Juan de la Cruz como la Perla 51 página 63 y que nuevamente coincide con el título: “Los ojos deseados que porto en mis entrañas”.

Libro lleno de recursos literarios y creatividad desbordante. “La ausencia de presencia es el vacío” –nos dice en la página 72. El poeta se crucifica para salvar a sus lectores. Cargando con su cruz “nos redime del lodazal del mundo” –reza en la página 67. O “Dame de beber hiel mezclada en vinagre. Atraviesa con tu lanza mi costado. Coróname de espinas y laurel” –ordena en la página 54. Palabras que parecen vasos mágicos, poeta y poesía, amor y fe, Dios y creyente, esposo y esposa, “amado con amada,/ amada en el amado transformada” que diría San Juan de la Cruz. Y justo ahí, igual que hace el Cantar de los Cantares, sucede la alegoría, otra gran metonimia. “Pues los dos (son) uno en el férreo espacio en que (se) anudan (sus) brazos poderosos… batiéndose juntos” –concluye en la página 88 Perla 76.

El escritor persigue la sabiduría a través de la escritura. “Ah, este conocer que quema mi lengua y mis entrañas… ¿Cómo hacer expedita su salida si me abrasa por dentro?” –interpela en la página 18 Perla 6. Y es ella, “la Literatura”, la que nos elige, no nosotros a ella. “Te preguntarás que por qué tú: el más feble, el más débil… y no hallarás respuesta” –lees en la página 19. El autor pareciera dirigirse en muchas ocasiones a su relación con la literatura, la amada y esposa, y por extensión, a los lectores nos hace iglesia de su metonimia, celebrando así una boda lingüística. Si en la exégesis del “Cantar de los Cantares” se canta la relación mística de Dios con su pueblo, en Los ojos deseados aparte de la literalidad espiritual también nos encontramos otro paralelismo, donde, cual otro Salomón u otro San Juan de la Cruz, éste, José Antonio Sáez nos convierte a los lectores en un pueblo elegido unidos a él, y la Literatura hace el papel de esposa. Los ojos deseados son los ojos que han visto la luz, y la luz que buscan estos versos es “la sabiduría de lo revelado”, la unión con la amada, la Poesía, una mística metaliteraria que utiliza al poeta como si fuera un “perrillo faldero”. Porque eso es el conjunto, una poética que abrocha una trayectoria, la de José Antonio Sáez, un poeta “que vive entregado a la soledad y a la voz del espíritu” –confiesa en la página 21. Porque su “única locura es por Aquél de quien and(a) en amor”, el Poema, que se hace creencia y sacrificio. “Escribiré sólo de lo que me inspire Aquél de quien ando enamorado” –advierte en la página 22. Las perlas se suceden “una tras otra y otra tras una”, como un collar. El lenguaje es el vínculo divino, la palabra se convierte en pan eucarístico, en acto de amor que redime, en “carne” o “materia amasada en el barro” que ha sido transcendida. El poeta se hace Cristo y el Cristo se hace poeta, ambos unidos por ósmosis en la fe de los “Enamorados”. Porque esa es la misión del escritor poeta, estar agazapado en el escritorio y en la vida “a la espera, siempre aguardando a que se obre el milagro” de la Poesía, de la inspiración y del trabajo. “Digo sólo las palabras que él pone en mis labios” –revela en la página 22 Perla 10.

¿Qué es, entonces, lo que hace nuevo José Antonio Sáez con Los ojos deseados? Escribir como un enamorado de la palabra que ansía inmolarse en su mirada, en un lenguaje secreto, “oculto y deleitoso”, lírico y cognitivo, desnudamente místico, sutilmente metaliterario. Fe y Poesía unidas en su destino. “Ay, avecilla desconsolada, que traes alivio a mi corazón atormentado: ¿acaso no se asemeja tu canto a la voz de Aquél por quien suspiro y muero? –teje en la página 73 en fervorosa simbiosis, en delicada trasnominación y metáfora, de esposo y esposa, como amante-creyente y como escritor, unido en su vaivén semántico al dios amor divino y también humano y al dios amor literario, a Dios y a la Literatura en extasiado trance, al mismo tiempo y con las mismas palabras. Yo Creo.


Custodio Tejada

Opiniones de un lector.

Junio de 2019       
          


LOS OJOS DESEADOS de José Antonio Sáez. Editorial Alhulia. Colección Crisálida de prosa poética. Un subtítulo bastante rococó en el interior: “Jardín de muy preciosas perlas”. Un preámbulo, 76 perlas y 91 páginas. Dedicado a su familia y a Dios, porque nuestro poeta es creyente, cada perla tiene de 8 a 15 renglones aproximadamente. En el colofón se nos informa que “se acabó de imprimir el 23 de abril de 2019 en los talleres de Quares. Laus Deo”. Y para ambientar nuestra lectura os dejo como aperitivo una cita de la página 87: “Descálzate, porque la tierra que pisas es sagrada”.