domingo, 18 de octubre de 2009

EXEQUIAS POR UN CORAZÓN DIFUNTO, de Rosas de luz y sombra

EXEQUIAS POR UN CORAZÓN DIFUNTO.

Todos los días el corazón
nace y muere un puñado de veces
simulando ser un estanque
lleno de estrellas sobre el que se distrae
un niño arrojando piedras.
Todos los días me cuesta elegir
el rumbo adecuado
en medio de una mar embravecida
que no tiene tiempo para reflejar la luna.
Cada día anochezco en un lugar
y amanezco en otro
lejano y diferente.
El horizonte está cubierto
de grises que no me dejan sentir
más allá del negro y el blanco.

Sólo cuando abandone
de una manera definitiva
las falsas dimensiones bajo
las que fui creado,
se abrirá de par en par
la puerta de lo absoluto, y ya
no habrá dualidad ni contradicción
ni barranco que me arrastre.
El alma recobrará por fin
su esencia cósmica
y todo volverá a ser perfecto
como en un principio.

Mientras tanto, la lucha
por el control del corazón será terrible,
y muchas palabras
quedarán vacías
y habrá que hacer
de tripas sueños
para mantener equilibrio
entre luz y sombra.

Cuando se vive en cuerpo y alma
las heridas nunca cicatrizan.
El aliento muere y resucita
en la amarga melodía
del eterno retorno.
Puede cambiar la tierra
pero no la semilla de Géminis.
Siempre seremos un campo fértil
donde crecerá igual
cizaña y trigo.
Donde siempre lucharán a muerte
los valores y sus contrarios.

El único consuelo
que a estas alturas queda,
después de tan larga lucha
entre anverso y reverso,
es poder llegar
a viejo con mirada limpia
y brazo fuerte.

Antes de subir
a la barca
de Aqueronte y decir el último adiós,
quisiera volver los ojos atrás
sin que habite en mi memoria
el arrepentimiento
o la duda de lo que pudo haber sido
y por miedo jamás fue.

En cualquier caso,
lo importante es haber vivido
siendo dueño de uno mismo. Y es así,
como me gustaría que siempre
me recordasen, como el hombre
que no tuvo destino,
solamente sueños.


Del libro ROSAS DE LUZ Y SOMBRA, autor Custodio Tejada