sábado, 29 de agosto de 2009

¡HABEMUS COCINA!

¡ HABEMUS COCINA ¡

¡Fuera complejos! (si es que alguno nos queda). ¡Abrid alacenas y orzas! ¡Comed ese queso en aceite que guardáis como un tesoro! Brindad con un buen caldo de la Alpujarra o del Valle del Alhama en la zona de Guadix , por mencionar algunos de nuestros viñedos más cercanos . ¡Celebrad que “habemus cocina”! Por fin, los doctos paladares internacionales hacen justicia y premian, con la cuchara de plata (de la prestigiosa revista culinaria Food Arts), a Ferrán Adriá y Juan Mari Arzak, dos maestros-genios de la cocina de autor o de vanguardia, dos de los chefs españoles con mayor proyección internacional.

Sin quitarles ni una pizca de protagonismo a estos artistas de la cocina moderna española, quiero aprovechar esta buena noticia para homenajear también a todas nuestras abuelas, que sin ruido y casi sin reconocimiento, han sabido transmitirnos de viva voz y con la cuchara de palo en la mano una de las mejores gastronomías tradicionales del mundo en variedad y calidad. ¿Qué serían nuestras fiestas y celebraciones sin sus recetas? ¿Qué tristeza reinaría en nuestras mesas si no hubiesen creado esos nutritivos guisos, esos deliciosos postres...? ¿Cómo habríamos soportado los fríos del invierno o los calores del verano de no haber sido por el ingenio de nuestras abuelas y sus perolas? Un brindis por nuestras abuelas y sus dotes culinarias.

Desde el plato alpujarreño hasta las patatas a lo pobre (que también gustan a los ricos), pasando por las migas con melón, o las gachas con arenques, boquerones y tocino frito. O la tortilla de patatas, o de collejas, o del Sacromonte... Ave María Purísima que la buena digestión sea concebida. ¿Y el puchero de hinojos?, ¿qué? ¡Para reventar! Espero que cuando estén leyendo este artículo no sea la hora de comer porque vaya condena les ha caído, peor que los perros de Paulov. Y no hablemos ya del gazpacho, la paella, unas gachas y unas migas, la fabada, el salmorejo o porra antequerana, el cocido, unas tarbinas, el choto al ajillo... ¡Ay Dios mío! Y mil platos más que están para chuparse los dedos y alcanzar el arrebato. ¿Acaso no merece esta cocina un lugar destacado en los altares del más selecto gourmet? ¿Acaso no merecen estos platos más empresarios que apuesten con sus restaurantes por la rica y sabrosa cocina casera española? ¿Acaso no deberíamos promocionar más este tipo de cocina entre los millones de turistas que nos visitan? ¿Acaso no deberíamos exportar con más ahínco al extranjero este gran tesoro?


Aunque es curioso que teniendo una de las cocinas caseras más rica y sana del mundo, como es nuestra cocina mediterránea, los hábitos alimenticios de los españoles cada día están más por la comida rápida o basura. Nuestro reloj cada vez tiene menos tiempo para guisar y para comer. La comodidad y la pereza de la comida precocinada nos puede. Y confundimos la calidad de vida con el número de electrodomésticos que tenemos en casa (o con la marca del coche por poner otro ejemplo), aunque para ello tengamos que comer como los pavos y trabajar como los burros.
Desde la cocina también se puede reivindicar un NO rotundo al racismo y la xenofobia. ¡Bravo por los restaurantes chinos, japoneses, mejicanos, marroquíes, argentinos, italianos... que nos hacen más llevadero el día libre! ¡Viva el turismo gastronómico! Un país no se conoce bien hasta que no se le come. En la mesa los sabores, los olores, las presentaciones de los platos... nos hablan de las costumbres y la sabiduría de un pueblo, de una historia, de unas gentes. Abramos nuestro paladar al mundo, dejemos que nos seduzca el cosmopolitismo de una globalización justa y sana en todos los sentidos y para todas las culturas, razas, gastronomías, continentes, países, religiones, clases sociales... unidos todos por igual entorno a la mesa redonda del Chef Arturo. ¿Será esto posible algún día? Por lo pronto; ¡hoy dejadme soñar mientras me relamo! Y feliz digestión.



Autor Custodio Tejada