
I
Pasan las nubes,
quedan las horas.
Pasan rosas de luz hiriente
y las manos que las cortan.
Quedan las tardes grises.
Pasan los ojos vivos
que miraron tantas rosas.
II

Pasan las tardes,
quedan las manos.
Pasan las horas, quedan las sombras
y los ojos que despreciaron tantas cosas.
Del libro Rosas de luz y sombra. Autor Custodio Tejada