lunes, 7 de diciembre de 2009

EXTRAVAGANCIAS VIP


EXTRAVAGANCIAS VIP

Mientras la inmensa mayoría, por no decir la casi totalidad de los mortales nos tenemos que conformar con engrosar las frondosas listas del paro, las secretas listas negras de ciertos grupos de presión, las eternas listas de espera de los hospitales... Otros, los elegidos, los amparados por la diosa fortuna, los tocados por la varita mágica del poder y el dinero compiten entre sí por ver cual de ellos ocupa el primer puesto en el “ranking” de la selecta lista Forbes, “creme” de la “creme” de las listas que mide, pesa y ensalza las fortunas más abundantes del planeta, la única que pone en su sitio a los más grandes entre los grandes, a los magnates más ricos, poderosos e influyentes de la Tierra. La lista Forbes, como una moderna letanía de una moderna religión llamada don dinero rinde un verdadero culto y pleitesía al capitalismo más salvaje.
Cada vez más ricos y poderosos nunca sacian su voraz apetito, siempre quieren más y más. No parece que tengan hartura ni parece importarles mucho aquel viejo refrán que dice que la avaricia rompe el saco. Es curioso observar cómo estos multimillonarios de órdago, estos nuevos aristócratas de la cartera, se vuelven tiquismiquis y caprichosos. Auténticos extravagantes que lucen sus deseos disfrazados de educadas órdenes y buenas propinas. Siempre están pensando qué ocurrencias tener, cuanto más estrambóticas mejor, para distinguirse del resto de la humanidad más vulgar. Sorprende comprobar que cuando muchos humanos hemos accedido a los modales de la urbanidad y buena mesa, y comemos con cuchillo y tenedor y bebemos en copas de agua y vino y nos limpiamos con servilletas de papel, estos elitistas ya lo hacen con dos o tres pares de cuchillos y tenedores y media docena larga de copas y un sin fin de platos, sin contar el número de camareros y una retahíla de lujos y excesos. Hay que distinguirse del vulgo como sea, cueste lo que cueste. Vestuario, hoteles, modales, coches, mansiones, deportes, comidas, hospitales, escuelas, mausoleos, aficiones..., cualquier cosa es buena para marcar el territorio con sus orines clasistas. ¡Extravagancias VIP! Mientras cualquier hijo de vecino brinda en sus celebraciones con vino peleón y gaseosa, los más refinados lo hacen con un Vega Sicilia Único Cosecha Especial de 1960 que cuesta seiscientos euros la botellita de tres cuartos. Para el caso es lo mismo, el paladar se acostumbra a lo que le eches y el que no se contenta es por que no quiere, pensaremos con santa resignación de pobres a la fuerza. Da igual la raza, el país, la religión o el sexo, estos superdotados del privilegio siempre quieren que el capital circule hasta que llegue a ellos. Lo demás son excusas.
La boda de Ronaldo, las mariscadas de Julio Iglesias en Galicia volando en su jet privado desde Miami, la cenita con espectáculo flamenco incluido del presidente de la empresa coreana Samsung, Lee Kun-hee en el restaurante Ruta del Veleta de Granada. Las estancias en hoteles de los Rolling Stones y otros “superstars”, las “mil y una noches” de los jeques y sus séquitos, baños en leche de burra o en burbujeante champagne... No saben cómo disfrutar y gastar sus enormes fortunas sin llamar demasiado la atención, ¿o sí? Parece que si no dilapidan unos cuantos de cientos de millones en unas cuantas horas o días de una manera “glamourosa” y excéntrica es como si no fueran miembros de ese selecto club. También los hay que prefieren pasar desapercibidos y hacerlo todo de una manera más discreta.
¿Pero cómo seríamos nosotros si de la noche a la mañana por obra y gracia de un euro y una generosa lotería, estuviéramos a rebosar de riquezas y ambiciones, y también de talento? ¿Qué homenajes nos haríamos, cómo usaríamos nuestra fortuna si fuésemos multimillonarios? ¿Seríamos igual de lujosos y clasistas? ¿Seríamos más solidarios? Mientras no nos toque de verdad guardaremos las apariencias y diremos que nosotros nunca haríamos tamañas extravagancias, que con nosotros no va ese despilfarro, que nosotros preferimos un vinito del país y una tortilla de patatas antes que caviar y caldos de gran reserva. Que nuestros gustos son más normales, que ese despilfarro no va con nosotros. Si al final todos vamos a acabar en el mismo sitio... Y blablablabla.
Después de enterarse cómo viven y qué hacen estos superhombres uno piensa que ser rico debe ser algo insoportable, caprichosamente insoportable y empalagoso. Y la verdad es que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Eso dicen los que saben.



Autor Custodio Tejada