viernes, 6 de noviembre de 2009

DÍA DE DIFUNTOS: EL FESTÍN DEL TIEMPO


DÍA DE DIFUNTOS: EL FESTÍN DEL TIEMPO

Después de una vida intensa de odios y admiraciones, lo más recomendable es descansar dejando un buen sabor de boca en aquellos que siempre te quisieron. No hay nada mejor para despedirse de este mundo como dejar preparado un buen funeral. A ser posible con banda de música y banquete incluido, y por supuesto con invitación previa.

Si tu familia es de postín, ¡o sea!, de esas que han presumido por todo durante la vida, seguramente piensan que las apariencias hay que guardarlas hasta después de muertos. Así que habrán construido un gran mausoleo familiar con los apellidos de la saga escritos con letras doradas sobre mármol radiante y mucha rimbombancia. Entonces no tendrás que preocuparte. Tendrás un traje hecho a medida y tú sólo tendrás que relajarte, dejar que te lleven y disfrutar del espectáculo.

Cada día que pasa la gente “más pudiente” busca algo nuevo con lo que diferenciarse de su vulgar vecino. El glamour también ha conquistado los cementerios. Para morirse también hay que estar a la moda. Los féretros también son ya de diseño. Morirse se está convirtiendo en otro artículo de lujo. Nuevas costumbres están afectando a nuestro sepelio. Cada vez son más los que apuestan por la incineración, ya que las cenizas dan mucho juego a la hora de esparcirlas y buscarle aposento eterno, a ser posible de la manera más estrambótica y original, buscando siempre un toque de distinción y extravagancia. Y si te convierten en un diamante, que según dicen es para toda la vida, eso ya es el no va más. Imagínate lo guapa que estará tu viuda o tu viudo luciendo tanto brillo. Los pobres siempre vamos a lo más barato, como exige nuestro afán de supervivencia, por eso elegimos (no nos queda otro remedio) la putrefacción, que también es lo más ecológico y quizá lo menos contaminante para la capa de ozono.

Claro, que si lo tuyo no es lo típico tópico y prefieres la innovación (el I+D+I hasta después de la muerte) puedes elegir la criogenización y creerte que eres una bolsa de menestra en el congelador esperando el progreso de la ciencia para servirte como guarnición de otra época más avanzada. Pero si te sobran 60.000 dólares, la secta esotérica Summum de Estados Unidos, que lidera Corcky Ra, te embalsama momificándote igual que un faraón del antiguo Egipto, con sarcófago y todo. Eso sí, si quieres pirámide deberás construirla por tu cuenta y riesgo y siempre que lo permitan las leyes urbanísticas de tu ciudad. Y no es de extrañar que algún avispado “humanoide” esté ya dándole vueltas a la idea de construir un camposanto en Marte con vistas directas al sol, en primera línea de horizonte, con todos los lujos tecnológicos a nuestro alcance. Incluso por un precio módico hasta te darán de regalo unas gafas con cristales ahumados. Todo un detalle para ver la eternidad sin ser deslumbrado.

Pero si tu percepción religiosa te inclina a pensar que los muertos (“buenos”) van al cielo, hay una empresa llamada Celestis, que te prepara un funeral auténticamente espacio-sideral, enviando tus cenizas al espacio exterior como si de un satélite se tratase. Ese último viaje lo realizarás en un lujoso misil balístico modificado para la ocasión, donde por solo cuatro mil ochocientos dólares, lanzarán más allá de la atmósfera terrestre en el interior de cápsulas de acero “siete gramos siete” de tus preciadas cenizas, que orbitarán la tierra como si fueran soldados vigilando el Palacio de Buckingham. Llegarás al espacio como un miura recién salido de chiqueros. Pero si tu ambición es más supina puedes llegar más lejos y enviarte a la luna o al espacio profundo, aunque el precio se incrementaría a doce mil quinientos dólares. Pero esto es una vez en la vida, o mejor dicho, en la muerte. A la hora de morir no se puede ser tacaño.

O bien, si lo tuyo no es la incineración ni la putrefacción en un buen ataúd de madera noble al estilo de un buen vino, te puedes donar como cadáver en formol al servicio de la ciencia en los depósitos de alguna facultad de medicina de reconocido prestigio, donde los estudiantes promesas harán “prácticas cirujanas” con tus testículos, con tu hígado o tus mamas. Y si lo que buscas es todavía algo más “snob y voyeur” puedes ponerte en contacto con la empresa “Mundos Corporales Plastination” y dejar tu cadáver al servicio educativo-filosófico de Gunther Von Hagens. Sobre su mesa de disección, tu anatomía (tratada con innovadores métodos de conservación basados en la plastificación) adquirirá un rumbo eterno entrando a formar parte de un artístico elenco de esculturas humanas (en el sentido estricto de la palabra) colocadas en las más insospechadas poses.

Si te excita y seduce el morbo y la prensa rosa, el método de preservación contra el paso del tiempo que debes elegir para tu cuerpo después de muerto es la liofilización. ¡Sí!, lo mismo que el ramo de novia de nuestra princesa doña Letizia. Quedarás la mar de elegante expuesto como un higo seco en una vitrina viendo el transcurrir de la historia entre las cuatro paredes de una iglesia-catedral. Ya lo verás. Eso sí, por el mismo precio escucharás misa todos los días durante el resto de tu eternidad particular, donde armado de paciencia esperarás la resurrección de las almas o una nueva primavera.

Aunque creo que la gran mayoría de los mortales deberemos conformarnos con los privilegios y las ventajas que tienen los cementerios municipales. Pagar como Dios manda todos los meses el recibo de la funeraria de turno para tener y gozar un nicho a perpetuidad en un pabellón de siete plantas que mire al sur y, a ser posible, con iluminación nocturna, con Hermanos Fosores para el cuidado y limpieza de las instalaciones, y algún que otro ramo de flores el día de los difuntos por aquello del qué dirán. Flores naturales si lo permite la economía o de plástico si la crisis no perdona. Vayamos a tonterías, que un capricho de vez en cuando es recomendable para la autoestima. En fin, como siempre, que el muerto al hoyo y el vivo… a desgravar a Hacienda.



Autor Custodio Tejada