EL AMOR DEL CLOWN de Juan Peregrina Martín.
OPINIONES DE UN LECTOR
EL
AMOR DEL CLOWN de Juan Peregrina Martín. Bajamar Editores, primera edición
noviembre de 2024. 36 poemas y 67 páginas, 11 citas a otros autores, 5
dedicatorias esparcidas por el texto y tres páginas de “Agradecimientos
líquidos” al final, como una carta náutica de nombres y afectos. En la portada
(ilustrada por Leticia González) te espera la imagen de un clown con aspecto de
Joker-Guasón leyendo un libro en un bar. El poeta, con su máscara de
clown-joker, explora una panoplia de temas como el amor, el sexo, la familia, la
nostalgia, la literatura… Su poesía fluye del soneto a la prosa poética. Un
poemario donde el poeta, cercano y amable en las distancias cortas y crudo y
retador en esta poética del clown, no sueña con “brillar en el matiz”, sino que
ahora se conforma con “matizar el brillo” de las palabras y los significados, ya
que aspira a revivir en su memoria y en el lenguaje. Un itinerario vital y
lector que en manos del leyente que abre sus páginas convierte la lectura en un
efecto Droste de emociones y pensamientos. Un poemario lleno de recovecos y
cenizas sagradas por lo que la vida tiene de ritual divino.
Decía el villano de película Joker que “Todo es un
chiste. La única salida razonable es volverse loco.” Y recordar muchas veces es
una forma de alcanzar la locura del tiempo y su guadaña. La locura es otra
dimensión de la realidad. Como afirmaba Leopoldo María Panero “La locura es una
defensa natural, una defensa del alma.” Hoy día, más que nunca antes, para
escribir y publicar hay que estar un poco locos, o mucho.
En algunas de las reseñas aparecidas sobre la obra en
cuestión podemos leer lo que dice Calvo Galán, publicado en su blog, nos
advierte que “el poeta se desenvuelve con un sabio barroquismo hispano”. Y para
Javier Gallego (Blog Profundamente Superficial): “Con un lenguaje de raíz
lírica profunda y una estructura fragmentada en secciones temáticas… Peregrina
nos ofrece no un simple poemario, sino un verdadero descenso a los abismos del
alma.” También añade que “el autor marca un tono de crudeza y belleza trágica”
donde surge “la herida como matriz de la vida y de la escritura.” Según la IA
“El amor del clown es una obra poética que utiliza la figura del clown para
reflexionar sobre la condición humana, la vulnerabilidad, la búsqueda de
autenticidad y la relación entre la máscara y la verdad. (…) con una poética de
la herida y la máscara, donde el clown, con su maquillaje y sus gestos, se
convierte en un personaje que revela tanto la fragilidad como la fuerza del ser
humano.”
A
la entrada del libro, en su avenida de esfinges, dos dedicatorias te reciben
con los brazos abiertos: una para Ana Villalobos y otra para Narzeo Antino.
Después, una tríada de citas (del Conde de Villamediana, José Ángel Valente y
César Vallejo) te preparan con su agua bendita de palabras antes de entrar en
la sala hipóstila de su templo literario
convertido en carpa de circo ambulante, un templo pagano impregnado de fe y
desengaño, de agridulces nostalgias y deseos.
Un
espíritu crítico cruza el “sky line” o el “underground line” del poemario. El
poeta se convierte en un personaje literario y convertido en un joker-clown
suigéneris recorre la poética de sus versos con aire de notario que levanta
acta y da fe de la vida y sus maquillajes/máscaras. Y de los “Míticos
silencios” que susurran desiertos y nocturnarios nos lleva a tres retratos de
una “Familia como otra cualquiera”. En la tercera parte titulada “Homenaje
incompleto” rinde pleitesía a distintos poetas que han significado un puerto
seguro para él y su yo poético. Cuatro sonetos cuatro, a César Vallejo, a
Constantino Kavafis, a Leopoldo María Panero y a José Ángel Valente. Una forma
de medirse con ellos, una forma de agradecerles su legado y echarles un pulso
imaginario. Y así, Juan Peregrina nos guía por los “Avíos del espectáculo”, con
“Sinceridad” de crítico y testigo para hacer de la “Otredad” una “Rima interna”
e íntima que funciona como cicatriz de declamaciones y metáforas amanecidas en
su noche infinita. Porque su hábitat favorito es un ecosistema de “Poetas y
otras especies” donde los nombres, las palabras y los silencios se tornan en
laberintos para concluir en la nostalgia casi heroica de las “Orgías de antaño”
que lo llevan “Junto al abismo” de los olvidos y las copas.
Una
retahíla de nombres nos señalan un itinerario lector y referencial, pero
también emocional y vital donde la sinapsis de los sentidos ponen su impronta.
Glenn Gould, Pepe Hierro, Marilyn Manson, Paul Auster, Calvino, Pascal, Gil de
Biedma, Elena Martín Vivaldi, César Vallejo, Claudio Rodríguez, Leopoldo María
Panero, José Ángel Valente, Luis Cernuda, Ítalo Calvino, Antonio Carvajal,
Narzeo Antino, Erasmo, Scardinelli, Miguel Hernández, Dorine y tantos nombres
que aparecen en “El húmedo espectáculo de los agradecimientos…” al final del
poemario. Y también los lugares, el espacio enmarcado como tapiz existencial:
Albaicín, Granada, Marbella, Hades, Sodoma, Mediterráneo, México… El autor va y
viene, te lleva y te trae para nunca volver a estar en el mismo sitio ni en la
misma mirada, de sus lecturas a sus fobias. Y lo mismo se convierte en un
compadre que vuelve la vista atrás para deconstruir su mirada y su percepción
del otro y de sí mismo. Su emocionalidad a flor de piel es su gran capital
irreversible. Su poética del yo convertida en un nosotros mágico y milagroso.
Es exceso y derroche, pero también delicadeza y sensualidad. “… Y cerezas en
mis labios de falso cristal./ Os he amado hasta la inmensidad de mis aortas…”
(p. 60) Algún que otro ajuste de cuentas con los demás, pero sobre todo consigo
mismo, con su yo del pasado y del presente. También encontrarás metaliteratura:
“Oh, la historia de la literatura) –disciplina dispuesta a obviarte– puede/
metátesis de células aparte,/ contagiar y pudrirse al ser clausura/ de quien no
se vendió ni del que cede/ su alma a otra cosa que no sea el Arte.” (p. 29)
Un
libro, El amor del clown, que es poemario, pero también memorias y testamento,
sembrado de palabras y barbecho de silencios al mismo tiempo, un invernadero de
recuerdos y olvidos, de influencias e intertextualidades. Un legado lector y
existencial. Un “pozo del deseo” al que el poeta echa palabras y emociones como
monedas llenas de presagios y esperanzas para volver a ellas cada vez que lo
necesite. Un itinerario vital y lector que va del infierno al cielo, de la vida
al libro y viceversa, de la pasión al recuerdo como Dorine explorando una
tragicomedia muda llena de máscaras y espejos “para recitar entre humo y
copas.”
Un
libro, El amor del clown, que invita más a hacer pucheros “con chupitos de
lágrimas” que a la sonrisa. Conforme lo lees descubres a un autor personaje que
podría matarte si quisiera con su lenguaje “entre la batalla y el olvido”, pero
que su amor por la literatura y las personas es tan grande que al final, como
lector, acabas amándolo y dándole un “abrazo dulce”. Porque Juan Peregrina
Martín es “un fiel amigo/ aun dando puñaladas.” Pasen y lean, la función va a
comenzar en el preciso instante que abras sus páginas.
OPINIONES
DE UN LECTOR
Custodio
Tejada.
Julio
de 2025
TODOLITERATURA