ÁFRICA
Desde
la ventana de mi dormitorio se ve la sierra con un manto blanco de nieve. Todas
las mañanas me dice buenos días y me da ánimos para comenzar una nueva jornada.
Al otro lado de la sierra el mundo se estira y bosteza y vuela como una cometa.
Una nube juguetona me avisa de que hay horizonte más allá de Sierra Nevada, de
que más allá de la nieve y del agua la vida nos sorprende de mil maneras, de
que más allá de las cumbres nos aguarda la sorpresa de una máscara que tras su
rostro conserva el legado ancestral de una tribu nómada.
Detrás
de Sierra Nevada el oleaje del mar aguarda que un barco junte las dos orillas
igual que un apretón de manos aúna dos voluntades. Más al sur hay un horizonte
llamado África lleno de aventuras intrépidas y antiguas leyendas de dioses y
hombres y tierras lejanas. Más al sur hay un horizonte infinito que nunca se
acaba, un horizonte lleno de magia y danza que por las dunas del desierto
cabalga a lomos de un viejo dromedario.
Al
son del tan-tan el viento sopla en todas las direcciones y la naturaleza se
desborda a cada paso como una cascada de tesoros y plegarias. Por eso cuando
miras a la sierra descubres que el mundo se despereza y África entera te espera
con los brazos abiertos igual que una madre centenaria. África brilla como un
diamante, África sorprende como una perla negra. África merece mejor suerte de
la que tiene. Desde las cumbres de
Sierra Nevada se ve África, la olvidada.
Autor
Custodio Tejada.