sábado, 27 de mayo de 2017

VÉRTICES de Francisco Onieva

VÉRTICES de Francisco Onieva



VÉRTICES de Francisco Onieva

Colección Visor de Poesía. 60 páginas y 37 poemas.

Buscando lo efímero, nuestro poeta lo que alcanza es la eternidad del vértice de una habitación, de una casa, de un mundo y un libro, cuerpo-cuna que se hace recinto de paz y plenitud. Y que no te dé miedo tu alegría por ella(s), disfrútalas sin perder tiempo, porque no hay mayor tesoro que hacerse poesía viva y moldear la realidad para preservar tu “única certeza”: Ella(s) que, al fin y al cabo, son tu escritura misma, confluencia y proyección de tus versos y tus miembros que intuyen la magia de la lluvia en sus ojos. “Ella es vértice” (página 15) cima o punto en el que coinciden todas las aristas de este poemario poliédrico donde se superponen distintas lecturas dentro de la misma lectura. “Me invento entre vosotras” –nos dice el poeta en la página 14 – hijas y palabras que se vuelven también hijas, origen y confluencia del hombre y del poeta, porque Ella(s) son “la alquimia permanente de la vida” (página 18), y esa mezcla es su ámbito: Una poética de la existencia. “Vivir es compartir un zeugma/ y no emplear palabras connotadas.” –nos dice en la página 24. Este libro es un “lugar de paso de los pájaros y de la luz”, plano secuencia que desvela el truco de transmutación que el poemario tiene.

Ella(s) al final confluyen en una simbiosis  perfecta: la poesía, Marta y Blanca son la misma cosa, carne de su propia carne, frutos de Francisco Onieva que se funden en el libro verso a verso hasta hacerse esencia y presencia, hilos que se van entretejiendo hasta conformar una misma pieza de tela: Vértices.
Qué es la poesía sino fruto. Qué son las hijas sino la verdadera patria del padre, igual que la palabra es la única patria del poeta. Y es aquí donde convergen, en el hombre, al que ambas “llena(n) (sus) bolsillos de piedras,/ de hojas secas y de objetos mínimos/ que nunca imaginé guardar/ -nos dice en la página 17, porque el poeta (igual que el padre) no puede “existir sin vosotras” las palabras, verdaderas hijas. Transformando así, todo el libro Vértices, en una poética; la poética de la vida convertida en un acto de amor extremo: una poética amniótica de la paternidad y de la creación artística al mismo tiempo, en un dos por uno perfecto. Vida y literatura suenan con igual música.

Y es al escribirla cuando nace, la paternidad, de otra manera, como un vientre donde hijas y poesía se amamantan la una de las otras, como matrioscas que permanecen unidas umbilicalmente para “guardar otros días, dentro del día.” (página 51). Y es que Ella(s) son la clave del zeugma poético de este libro: los mismos versos para referirse, vía elipsis, a ambas tres: a las niñas y a la poesía, a través de una misma paternidad creadora, porque aquí las palabras también son hijas que forman parte del mismo paradigma metapoético. E intuye  bien, Francisco Onieva, porque “amar es querer ser un árbol” –nos dice en la página 34, y eso es Vértices: un árbol de hijas y hojas o versos que nos cobijan en su lírica “que aúna emoción y reflexión, desnudez y sugerencia” y “redefinición de fronteras”, como se nos advierte en la contraportada. Ya que Marta y Blanca, sus auténticas musas, son “la única patria/ en la que vale la pena creer” y vivir, y la bandera de esa patria son las palabras del poeta que crece en Ella(s), cuando escribe y cuando encuentra su lugar en el mundo: como “hombre que se explora en el poema/ y tropieza en las palabras” hasta traspasar el “vestíbulo del folio”, dice en las páginas 51 y 52. Porque “El folio es surco y andamio” (página 48) y también “aguja-matriz” donde el autor desarrolla su espejo de padre y poeta hasta conseguir el zeugma, y cambiar así la verdad de la vida en verdad metaliteraria.

Hijas y palabras “para que estas no sean artificio/ sino descarga, temblor, sacudida.” (página 50), y fuera de ellas el resto es silencio: “silencio (que) también nombra” a Francisco Onieva, al que hay que agradecerle que haya enhebrado y tejido un gran poemario lleno de intensidad y ritmo, de meditación y vértices.

Custodio Tejada
26 de Mayo de 2017
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