domingo, 10 de febrero de 2019

MATRIA de Raquel Lanseros

OPINIONES DE UN LECTOR

                                                                  MATRIA DE RAQUEL LANSEROS


MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que aparece.




MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que aparece.

Entro en cualquier coche-libro. El móvil me avisa: ¡Blutú; acoplamiento fallido! No siempre la química metodológica y epistemológica funciona. De igual manera, a veces el “bluetooth” de la lectura no ensambla bien con las expectativas que despierta, otras veces engancha y acopla con precisión de amantes y revelación divina. Como vivimos  inmersos en el posmodernismo puro y duro, una época irracional donde la verdad se construye  y donde toda verdad es relativa (salvo la propia) y donde cada persona tiene su verdad inalienable (salvo cuando se enfrenta a la verdad imperante), por tanto, la objetividad no existe y todas las certezas que pongan en duda estas premisas deben ser deconstruidas para conseguir la corrección política del pensamiento único que nos conduce a “la ideología invisible o The Silent Revolution” del “proceso histórico y cultural que subyace” en ellas, “con la doctrina del victimismo, concepto fundamental en esta ideología”, además del “presentismo” y el “multiculturalismo” (Stanley G. Payne), y donde el control del lenguaje, como diría Chomsky, es el medio más eficaz para conseguir los objetivos.

                Muchas voces retumban dentro de la misma voz. Aunque a priori pudieras pensar que Matria está puesto ahí como antítesis de Patria, podría también pensarse que en este poemario son dos caras de una misma moneda más que otra cosa. “Matria” es aquí un concepto aglutinador en torno al cual los poemas ejercen un tipo de sinergia y consenso, como una especie de broche que da sentido al conjunto. “Matria”, como título, estaría más en consonancia con la acepción de Julia Kristeva como “otro espacio”, como un lugar interior en el que crear un “cuarto propio” que diría V. Woolf, con todas sus reminiscencias y anhelos, o con la visión de María Zambrano, más que con las acepciones de Unamuno o Borges, que también podrían añadir matices. Ya el título, como neologismo, nos lleva de una forma implícita a escritoras como Virginia Woolf, Isabel Allende y Christa Wolf, pero también a los pueblos indígenas americanos como los mapuches, aymaras o quechuas. Para Raquel Lanseros la verdadera Matria es el lenguaje (el idioma es nuestra verdadera tierra natal, la concepción que nos une), y su verdadero hogar es la poesía “que toma conciencia” de que “Nuestro nombre es la casa/ donde nace la madre”. Y qué es la poesía sino el atuendo con el que se viste el poeta o la radiografía que transfigura a una sociedad. “Y qué gozosamente, con qué brío/ uno se da de bruces con el mundo/ y antes de comprenderlo ya lo ama” –leemos en la página 17, igual pasa con los libros y con “Matria”. La lectura de la sinopsis te predispone para que enfoques tu mirada de una forma holística, donde la sinergia, situada más allá de lo inductivo o lo deductivo, proyecta su capacidad de interacción entre los distintos fragmentos.

Después, apenas un puñado de líneas a lápiz han servido para que Juan Vida construya un retrato de Raquel Lanseros, artífice ilustrador también de la portada de amapolas intencionadamente púrpuras. A continuación, el índice, sin divisiones ni partes, con 45 poemas en bloque. Posteriormente una dedicatoria donde ofrece el libro a su hijo. Más adelante cuatro citas como cuatro guiños (todas de mujer), una de Rosalía de Castro (española), otra de Ingeborg Bachmann (alemana), de Rosario Castellanos (mexicana) y de Li Quingzhao (china), las cuatro nos introducen en el poemario a modo de prólogo o como una carta de navegación cosmopolita.

En la Revista Proverso dice Mateo Barbato: “Matria es una perspectiva, una relectura del mundo tal y como lo conocemos”, “Matria se descompone en temas como la libertad, la inmortalidad, la decadencia política, la magia del descubrimiento, la revolución, y, como no, la imaginación creadora y cómplice de la poesía”. Francisco Morales Lomas añade: “Con su última obra, Matria, penetra directamente en la esencia de lo humano, lo convierte en materia sensible, vivificante, esplendente. Un libro de suculenta riqueza expresiva y múltiples matices, sinuosidades, lecturas diversas y enriquecedoras”, “transita del yo al vosotros, del tú a ellos”. Daniel J. Rodríguez matiza en Zenda XL Cultural que “Matria es la conciencia del tiempo de la vida”. Alberto Dovar: “Matria es maravilloso. No solo por lo que cuenta, sino por el valor exacto de cada palabra, ni falta ni sobra ninguna. Este libro se subraya en el corazón”. En la solapa de la sobrecubierta del poemario podemos leer: “En ese territorio holístico se adentra la fuerza expresiva de la poeta… en una ceremonia poética rebosante de valentía, imaginación y vigor.” La propia Raquel Lanseros nos confiesa en una entrevista que “La poesía es el territorio absoluto de la libertad”, y que ella quiere “transmitir la verdad que anida dentro de un ser humano”.

El lenguaje de los números nos introduce en un mundo algo hermético, en un mensaje oculto, o al menos, discreto. Una arquitectura numérica sostiene los pilares de este libro. Ciertos números, como epifanías, aparecen en este poemario: 666, 21, 45, 1936…, y el número áureo de fondo, como arquetipo que contiene también la belleza globalizante. “Soy lienzo de simetrías canónicas” –reza en la página 53. “Matria”, seis letras, tres en rojo y tres en negro, en el interior. Ejemplar que ocupa el número 33 de la colección Palabra de Honor, en Visor Poesía. El 33, un número maestro, que desea, como una cumbre espiritual, llevar a los demás hacia la iluminación y lo eterno, hacia la luz “holística” del conocimiento y de la verdad que propone.

                El primer poema “La loca más cuerda” es un mar de interrogantes introductorios que nos deja desprotegidos de toda convicción, que busca desnudarnos como forma de desarme ante cualquier dogmatismo, para enfrentarnos a nosotros mismos, como si fuera una especie de poema-camino iniciático que conduce a otra realidad paralela. Una forma de hacernos repensar nuestras “certezas”. Raquel Lanseros, como “La loca más cuerda”, camina llena de interrogantes y algunas que otras convicciones que actúan como respuestas para no olvidar quién es y de dónde viene, y a dónde desea llevarnos. Sus versos se expanden y contraen en un Big Bang lírico que alcanzan los límites del momento histórico y su memoria. “Defiendo la memoria como la patria íntima” –nos revela en la página 107. Nos conduce a la identidad de los recuerdos, “donde las raíces del vaho aman y rezan”, entendidos estos como una correa de distribución que mueve el motor de una de las voces poéticas más importantes y exitosas del panorama poético contemporáneo. Bien podríamos considerarla como el buque insignia de una generación y una época que ha hecho de la poesía frente a la incertidumbre otra forma “de-escribir” el mundo y ponerlo en tela de juicio.

Son las sílabas y su cómputo, como el cloroplasto, las que contienen la clorofila de la métrica, la musicalidad del viento y las hojas que azotan suavemente el poema. Con endecasílabos o con alejandrinos sus poemas son corredores de fondo. Pero también danzan heptasílabos, pentasílabos, trisílabos… Y en medio de sus versos libres, emerge como un iceberg de “Fuego mutilado” la estructura clásica de un magnífico soneto en la página 31, o unas “Coplas de pensamiento poliédrico”.  Un poemario con múltiples recursos donde el experimentalismo, como la ausencia de puntuación o la ruptura silábica de las palabras para crear nuevos espacios de significación, agranda su figura creativa de excelsa matriz lírica. “Y uno se siente vivo porque sabe/ que todo está en primicia eternamente”, como un oxímoron divino.

                Y como “Nada surge de la nada”, que diría Parménides de Elea, qué son entonces las intertextualidades sino aceleradores de partículas, horizontales o verticales, que nos llevan a una transversalidad lectora, en definitiva, que teletransporta a unos diálogos previos que el autor ha mantenido con otros y consigo mismo hasta llegar a la intertextualidad entendida como una especie de alquimia o pócima literaria donde cristaliza una nueva interpretación que amplía nuestra percepción y la retroalimenta. Una retahíla de nombres acompaña el itinerario de la lectura. Enrique Santos Discépolo, Platón, Jacques Brel, Yeats, Jean Gabin, Francesco Petrarca, Dante, Antonio Quintero y Pascual Guillén, Albert Camus, Pablo Neruda, Elena Valdelamar, Rubén Darío, T.S. Eliot, Johne Donne, Roberto Juarroz, Lorca, Benjamin Button, Munch, Khalil Gibran, Robert Frost, Imperio Argentina, guiños también a Hemingway, Cervantes, Tolstoi… Ulises, Poseidón, Goliat y David… También los libros son recorridos y transitan por lugares interiores y exteriores. Así viajamos hacia otros puertos en busca de Ítaca, del Edén, del estuario del Río de la Plata, del Barrio la Boca, lago Calafquen, País Vasco francés, Hendaya-Irún, Chile-Villa PanguiPulli, Florida, Golfo de México, Avignon, la península ibérica, américa latina, Europa, España… Un conjunto de palabras esparcidas en el libro, como hitos en el camino, también nos guían y retratan una época: Posmodernidad, anglofilia, androides, estoicos, desheredado, refugiados, hiperestesia, utilitarismo, holístico, genocidio, antropocentrismo, canónico, paradigma, liturgia… Muchas son las temáticas del libro: El bien y el mal, tiempo y espacio, la Guerra Civil, la lucha de la mujer y el feminismo (refiriéndose a ellas dice: “Llevan siglos mirando desde lejos las hazañas ajenas, en los escaparates de la Historia”, “todo el futuro seguirá agonizando/ hasta que no sea suyo lo que les pertenece”), la memoria y los recuerdos, pasado y futuro, una voz ecologista crítica con el consumismo y el capitalismo… “de un mundo sin luciérnagas”. Nos advierte que “Mi tiempo es ceremonia de insolencia…”, tal vez porque hemos aprendido que los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos.

                Cuando lees a Raquel “las palabras preguntan por (su) alma” y “engendran sabor a nuevo mundo”, por lo que te convierten, en cierta medida, en un descubridor de su lírica profunda y metafísica, en la que navega la esperanza de una revolución contra la impostura y la manipulación. Sus versos pretenden ser “hologramas” de otra época y de la presente, en cruce y diálogo constante, pero también son “fotografías, vídeos, grabaciones”, testimonios de vida, “todas las lluvias de América y de Europa” juntas al mismo tiempo en “Matria” para dar fe de una nueva misión.

                Algunos poemas son más metalingüísticos, como “La lengua necesita una escapada” que conforman toda una poética donde el lenguaje recurre a la poesía como eje de salvación. Es la suya una poética que parece estar “presidiendo el mismo corazón del mundo”, una poética de útero que a todos nos contiene y define, o al menos lo pretende, haciéndonos pedazo de sus pedazos y fragmento de sus fragmentos en un “tótum revolútum”, en los que desemboca su conciencia que termina siendo la nuestra, por contacto y por amor, y que origina “todo conocimiento”, ya que sobre sus versos construimos nuestra casa común.

 En “Matria”, quizá uno de los libros más experimentales de los que haya escrito “con apoyo de todos los recursos que el lenguaje brinda”, y más concretamente en el poema “Europa”, juega con los conceptos, con las palabras y sus sílabas creando espacios paralelos de significación, una de dos, quizá porque eso sea para la autora Europa, un engendro experimental si nos fijamos en su historia, en creación y destrucción constante, en un vaivén de acordeón, como las sílabas de este poema; o porque el lenguaje es el primer paso para cualquier transformación. “el tu yo es el no mbre de una mujer violada/ y Platón a firmó/ el no mbre es arquetipo de la cosa” –dice en la página 27. Otros poemas más visuales emparentan con el cine o la pintura, con el grito de Munch o “Morena clara”. Aparecen poemas bilingües. También hay citas en inglés, francés y alemán. Un libro lleno de guiños ideológicos y eruditos, que funciona como un puente aéreo o un crucero de ida y vuelta entre España, América y Europa, entre la lírica y la épica, entre lo hermético y lo evidente, entre lo fragmentario y lo absoluto, entre el español, el inglés y el francés, entre el bien y el mal, entre la historia y la fe, entre el pasado, presente o futuro, entre el teatro, la poesía y la metafísica, o el cine y la pintura…

                Cuando leas “Matria”, con sus múltiples lecturas posibles, no des nada por sentado, cada lectura arranca nuevos matices, nuevos significados subyacen entre las mismas palabras. Un poemario que aspira a llevarnos “rumbo a la verdad”, ni más ni menos, “frente a la mentira dominante”, porque se presenta como una “poesía que nos asciende al cielo”, un cielo diferente y nuevo, más salvífico que ningún otro, el de Raquel Lanseros. Especialmente escrito si te “gustan las palabras cansadas de camino/ ésas que a vida o muerte se empeñan en decir” cosas nuevas.

                Dice Lawrence Ferlinghetti en “La poesía como arte insurgente”: “¿Para qué sirven los poetas en épocas como éstas?/ ¿Cuál es la utilidad de la poesía?”. “La condición del mundo pide auxilio para que la poesía lo salve”. Y eso es lo que pretende Raquel Lanseros, “Decide si un poema es una pregunta o una declaración, una meditación o una protesta”, de eso van los poemas de este libro, de ser subversivos, cuestionando constantemente la realidad y el “status quo” recibido. Ahí radica la fortaleza de “Matria” y su nuevo big-bang. La sinergia entre sus partes forma un todo que va más allá de cada poema. Eso es lo que pretende indicar este poemario: “que no es arbitrario, que todos coincidimos en ello si miramos con atención” a “donde se estrella cada día la verdad”. El libro es una búsqueda que termina con el hallazgo de un puñado de certezas. Busca la verdad como odisea, la propia. “La primera verdad que siempre vuelve/ a quien ya entiende que es la verdadera” –nos advierte “Cielo arriba”. Se pregunta: “¿Soy épica o hermética? / ¿Versicular o clara?/ ¿2.0 o mística?” Raquel Lanseros es todo eso y más, es alguien que nos expone que su “ambición mayor/ es volver a nacer”, a ser siempre otra sin dejar de ser ella misma. Por tanto, lo que demuestra “Matria” es que “El sol puede salir también de noche” y que puede poner patas arriba la creación tal y como la conocemos, si ella quiere. Y para concluir quiero parafrasear a la poeta: “Hay quien tiende a pensar que lo merece todo./ Yo prefiero dar gracias” por todo lo recibido, que es mucho, con esta lectura y los pensamientos que sugiere en este comienzo tan agitado de siglo y de milenio donde la posverdad campa a sus anchas.

Opiniones de un lector
Custodio Tejada
Febrero de 2019


MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que aparece.