MATRIA DE RAQUEL LANSEROS
MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la
Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa
dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma
atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se
anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos
los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que
aparece.
MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la
Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa
dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma
atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se
anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos
los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que
aparece.
Entro en cualquier
coche-libro. El móvil me avisa: ¡Blutú; acoplamiento fallido! No siempre la
química metodológica y epistemológica funciona. De igual manera, a veces el
“bluetooth” de la lectura no ensambla bien con las expectativas que despierta,
otras veces engancha y acopla con precisión de amantes y revelación divina. Como
vivimos inmersos en el posmodernismo
puro y duro, una época irracional donde la verdad se construye y donde toda verdad es relativa (salvo la
propia) y donde cada persona tiene su verdad inalienable (salvo cuando se
enfrenta a la verdad imperante), por tanto, la objetividad no existe y todas
las certezas que pongan en duda estas premisas deben ser deconstruidas para
conseguir la corrección política del pensamiento único que nos conduce a “la
ideología invisible o The Silent Revolution” del “proceso histórico y cultural
que subyace” en ellas, “con la doctrina del victimismo, concepto fundamental en
esta ideología”, además del “presentismo” y el “multiculturalismo” (Stanley G.
Payne), y donde el control del lenguaje, como diría Chomsky, es el medio más
eficaz para conseguir los objetivos.
Muchas
voces retumban dentro de la misma voz. Aunque a priori pudieras pensar que
Matria está puesto ahí como antítesis de Patria, podría también pensarse que en
este poemario son dos caras de una misma moneda más que otra cosa. “Matria” es
aquí un concepto aglutinador en torno al cual los poemas ejercen un tipo de
sinergia y consenso, como una especie de broche que da sentido al conjunto. “Matria”,
como título, estaría más en consonancia con la acepción de Julia Kristeva como
“otro espacio”, como un lugar interior en el que crear un “cuarto propio” que
diría V. Woolf, con todas sus reminiscencias y anhelos, o con la visión de
María Zambrano, más que con las acepciones de Unamuno o Borges, que también
podrían añadir matices. Ya el título, como neologismo, nos lleva de una forma
implícita a escritoras como Virginia Woolf, Isabel Allende y Christa Wolf, pero
también a los pueblos indígenas americanos como los mapuches, aymaras o
quechuas. Para Raquel Lanseros la verdadera Matria es el lenguaje (el idioma es
nuestra verdadera tierra natal, la concepción que nos une), y su verdadero
hogar es la poesía “que toma conciencia” de que “Nuestro nombre es la casa/
donde nace la madre”. Y qué es la poesía sino el atuendo con el que se viste el
poeta o la radiografía que transfigura a una sociedad. “Y qué gozosamente, con
qué brío/ uno se da de bruces con el mundo/ y antes de comprenderlo ya lo ama”
–leemos en la página 17, igual pasa con los libros y con “Matria”. La lectura
de la sinopsis te predispone para que enfoques tu mirada de una forma
holística, donde la sinergia, situada más allá de lo inductivo o lo deductivo,
proyecta su capacidad de interacción entre los distintos fragmentos.
Después,
apenas un puñado de líneas a lápiz han servido para que Juan Vida construya un
retrato de Raquel Lanseros, artífice ilustrador también de la portada de
amapolas intencionadamente púrpuras. A continuación, el índice, sin divisiones ni
partes, con 45 poemas en bloque. Posteriormente una dedicatoria donde ofrece el
libro a su hijo. Más adelante cuatro citas como cuatro guiños (todas de mujer),
una de Rosalía de Castro (española), otra de Ingeborg Bachmann (alemana), de
Rosario Castellanos (mexicana) y de Li Quingzhao (china), las cuatro nos
introducen en el poemario a modo de prólogo o como una carta de navegación
cosmopolita.
En la Revista
Proverso dice Mateo Barbato: “Matria es una perspectiva, una relectura del
mundo tal y como lo conocemos”, “Matria se descompone en temas como la
libertad, la inmortalidad, la decadencia política, la magia del descubrimiento,
la revolución, y, como no, la imaginación creadora y cómplice de la poesía”.
Francisco Morales Lomas añade: “Con su última obra, Matria, penetra
directamente en la esencia de lo humano, lo convierte en materia sensible,
vivificante, esplendente. Un libro de suculenta riqueza expresiva y múltiples
matices, sinuosidades, lecturas diversas y enriquecedoras”, “transita del yo al
vosotros, del tú a ellos”. Daniel J. Rodríguez matiza en Zenda XL Cultural que
“Matria es la conciencia del tiempo de la vida”. Alberto Dovar: “Matria es
maravilloso. No solo por lo que cuenta, sino por el valor exacto de cada
palabra, ni falta ni sobra ninguna. Este libro se subraya en el corazón”. En la
solapa de la sobrecubierta del poemario podemos leer: “En ese territorio
holístico se adentra la fuerza expresiva de la poeta… en una ceremonia poética
rebosante de valentía, imaginación y vigor.” La propia Raquel Lanseros nos
confiesa en una entrevista que “La poesía es el territorio absoluto de la
libertad”, y que ella quiere “transmitir la verdad que anida dentro de un ser
humano”.
El lenguaje de
los números nos introduce en un mundo algo hermético, en un mensaje oculto, o
al menos, discreto. Una arquitectura numérica sostiene los pilares de este
libro. Ciertos números, como epifanías, aparecen en este poemario: 666, 21, 45,
1936…, y el número áureo de fondo, como arquetipo que contiene también la
belleza globalizante. “Soy lienzo de simetrías canónicas” –reza en la página
53. “Matria”, seis letras, tres en rojo y tres en negro, en el interior. Ejemplar
que ocupa el número 33 de la colección Palabra de Honor, en Visor Poesía. El
33, un número maestro, que desea, como una cumbre espiritual, llevar a los
demás hacia la iluminación y lo eterno, hacia la luz “holística” del
conocimiento y de la verdad que propone.
El
primer poema “La loca más cuerda” es un mar de interrogantes introductorios que
nos deja desprotegidos de toda convicción, que busca desnudarnos como forma de
desarme ante cualquier dogmatismo, para enfrentarnos a nosotros mismos, como si
fuera una especie de poema-camino iniciático que conduce a otra realidad
paralela. Una forma de hacernos repensar nuestras “certezas”. Raquel Lanseros,
como “La loca más cuerda”, camina llena de interrogantes y algunas que otras
convicciones que actúan como respuestas para no olvidar quién es y de dónde
viene, y a dónde desea llevarnos. Sus versos se expanden y contraen en un Big
Bang lírico que alcanzan los límites del momento histórico y su memoria.
“Defiendo la memoria como la patria íntima” –nos revela en la página 107. Nos
conduce a la identidad de los recuerdos, “donde las raíces del vaho aman y
rezan”, entendidos estos como una correa de distribución que mueve el motor de
una de las voces poéticas más importantes y exitosas del panorama poético
contemporáneo. Bien podríamos considerarla como el buque insignia de una
generación y una época que ha hecho de la poesía frente a la incertidumbre otra
forma “de-escribir” el mundo y ponerlo en tela de juicio.
Son las
sílabas y su cómputo, como el cloroplasto, las que contienen la clorofila de la
métrica, la musicalidad del viento y las hojas que azotan suavemente el poema.
Con endecasílabos o con alejandrinos sus poemas son corredores de fondo. Pero
también danzan heptasílabos, pentasílabos, trisílabos… Y en medio de sus versos
libres, emerge como un iceberg de “Fuego mutilado” la estructura clásica de un
magnífico soneto en la página 31, o unas “Coplas de pensamiento poliédrico”. Un poemario con múltiples recursos donde el
experimentalismo, como la ausencia de puntuación o la ruptura silábica de las
palabras para crear nuevos espacios de significación, agranda su figura
creativa de excelsa matriz lírica. “Y uno se siente vivo porque sabe/ que todo
está en primicia eternamente”, como un oxímoron divino.
Y
como “Nada surge de la nada”, que diría Parménides de Elea, qué son entonces
las intertextualidades sino aceleradores de partículas, horizontales o
verticales, que nos llevan a una transversalidad lectora, en definitiva, que
teletransporta a unos diálogos previos que el autor ha mantenido con otros y
consigo mismo hasta llegar a la intertextualidad entendida como una especie de
alquimia o pócima literaria donde cristaliza una nueva interpretación que
amplía nuestra percepción y la retroalimenta. Una retahíla de nombres acompaña
el itinerario de la lectura. Enrique Santos Discépolo, Platón, Jacques Brel,
Yeats, Jean Gabin, Francesco Petrarca, Dante, Antonio Quintero y Pascual
Guillén, Albert Camus, Pablo Neruda, Elena Valdelamar, Rubén Darío, T.S. Eliot,
Johne Donne, Roberto Juarroz, Lorca, Benjamin Button, Munch, Khalil Gibran,
Robert Frost, Imperio Argentina, guiños también a Hemingway, Cervantes,
Tolstoi… Ulises, Poseidón, Goliat y David… También los libros son recorridos y
transitan por lugares interiores y exteriores. Así viajamos hacia otros puertos
en busca de Ítaca, del Edén, del estuario del Río de la Plata, del Barrio la
Boca, lago Calafquen, País Vasco francés, Hendaya-Irún, Chile-Villa
PanguiPulli, Florida, Golfo de México, Avignon, la península ibérica, américa
latina, Europa, España… Un conjunto de palabras esparcidas en el libro, como
hitos en el camino, también nos guían y retratan una época: Posmodernidad,
anglofilia, androides, estoicos, desheredado, refugiados, hiperestesia,
utilitarismo, holístico, genocidio, antropocentrismo, canónico, paradigma,
liturgia… Muchas son las temáticas del libro: El bien y el mal, tiempo y
espacio, la Guerra Civil, la lucha de la mujer y el feminismo (refiriéndose a
ellas dice: “Llevan siglos mirando desde lejos las hazañas ajenas, en los
escaparates de la Historia”, “todo el futuro seguirá agonizando/ hasta que no
sea suyo lo que les pertenece”), la memoria y los recuerdos, pasado y futuro,
una voz ecologista crítica con el consumismo y el capitalismo… “de un mundo sin
luciérnagas”. Nos advierte que “Mi tiempo es ceremonia de insolencia…”, tal vez
porque hemos aprendido que los buenos no son tan buenos y los malos no son tan
malos.
Cuando
lees a Raquel “las palabras preguntan por (su) alma” y “engendran sabor a nuevo
mundo”, por lo que te convierten, en cierta medida, en un descubridor de su
lírica profunda y metafísica, en la que navega la esperanza de una revolución
contra la impostura y la manipulación. Sus versos pretenden ser “hologramas” de
otra época y de la presente, en cruce y diálogo constante, pero también son “fotografías,
vídeos, grabaciones”, testimonios de vida, “todas las lluvias de América y de
Europa” juntas al mismo tiempo en “Matria” para dar fe de una nueva misión.
Algunos
poemas son más metalingüísticos, como “La lengua necesita una escapada” que
conforman toda una poética donde el lenguaje recurre a la poesía como eje de
salvación. Es la suya una poética que parece estar “presidiendo el mismo
corazón del mundo”, una poética de útero que a todos nos contiene y define, o
al menos lo pretende, haciéndonos pedazo de sus pedazos y fragmento de sus
fragmentos en un “tótum revolútum”, en los que desemboca su conciencia que
termina siendo la nuestra, por contacto y por amor, y que origina “todo
conocimiento”, ya que sobre sus versos construimos nuestra casa común.
En “Matria”, quizá uno de los libros más
experimentales de los que haya escrito “con apoyo de todos los recursos que el
lenguaje brinda”, y más concretamente en el poema “Europa”, juega con los
conceptos, con las palabras y sus sílabas creando espacios paralelos de
significación, una de dos, quizá porque eso sea para la autora Europa, un
engendro experimental si nos fijamos en su historia, en creación y destrucción
constante, en un vaivén de acordeón, como las sílabas de este poema; o porque
el lenguaje es el primer paso para cualquier transformación. “el tu yo es el no
mbre de una mujer violada/ y Platón a firmó/ el no mbre es arquetipo de la
cosa” –dice en la página 27. Otros poemas más visuales emparentan con el cine o
la pintura, con el grito de Munch o “Morena clara”. Aparecen poemas bilingües.
También hay citas en inglés, francés y alemán. Un libro lleno de guiños
ideológicos y eruditos, que funciona como un puente aéreo o un crucero de ida y
vuelta entre España, América y Europa, entre la lírica y la épica, entre lo
hermético y lo evidente, entre lo fragmentario y lo absoluto, entre el español,
el inglés y el francés, entre el bien y el mal, entre la historia y la fe,
entre el pasado, presente o futuro, entre el teatro, la poesía y la metafísica,
o el cine y la pintura…
Cuando
leas “Matria”, con sus múltiples lecturas posibles, no des nada por sentado,
cada lectura arranca nuevos matices, nuevos significados subyacen entre las
mismas palabras. Un poemario que aspira a llevarnos “rumbo a la verdad”, ni más
ni menos, “frente a la mentira dominante”, porque se presenta como una “poesía
que nos asciende al cielo”, un cielo diferente y nuevo, más salvífico que
ningún otro, el de Raquel Lanseros. Especialmente escrito si te “gustan las
palabras cansadas de camino/ ésas que a vida o muerte se empeñan en decir”
cosas nuevas.
Dice
Lawrence Ferlinghetti en “La poesía como arte insurgente”: “¿Para qué sirven
los poetas en épocas como éstas?/ ¿Cuál es la utilidad de la poesía?”. “La
condición del mundo pide auxilio para que la poesía lo salve”. Y eso es lo que
pretende Raquel Lanseros, “Decide si un poema es una pregunta o una
declaración, una meditación o una protesta”, de eso van los poemas de este
libro, de ser subversivos, cuestionando constantemente la realidad y el “status
quo” recibido. Ahí radica la fortaleza de “Matria” y su nuevo big-bang. La
sinergia entre sus partes forma un todo que va más allá de cada poema. Eso es
lo que pretende indicar este poemario: “que no es arbitrario, que todos
coincidimos en ello si miramos con atención” a “donde se estrella cada día la
verdad”. El libro es una búsqueda que termina con el hallazgo de un puñado de
certezas. Busca la verdad como odisea, la propia. “La primera verdad que
siempre vuelve/ a quien ya entiende que es la verdadera” –nos advierte “Cielo
arriba”. Se pregunta: “¿Soy épica o hermética? / ¿Versicular o clara?/ ¿2.0 o
mística?” Raquel Lanseros es todo eso y más, es alguien que nos expone que su
“ambición mayor/ es volver a nacer”, a ser siempre otra sin dejar de ser ella
misma. Por tanto, lo que demuestra “Matria” es que “El sol puede salir también
de noche” y que puede poner patas arriba la creación tal y como la conocemos,
si ella quiere. Y para concluir quiero parafrasear a la poeta: “Hay quien
tiende a pensar que lo merece todo./ Yo prefiero dar gracias” por todo lo
recibido, que es mucho, con esta lectura y los pensamientos que sugiere en este
comienzo tan agitado de siglo y de milenio donde la posverdad campa a sus
anchas.
Opiniones de
un lector
Custodio
Tejada
Febrero
de 2019
MATRIA de Raquel Lanseros. Editorial Visor Poesía. Número 33 de la
Colección Palabra de Honor. 45 poemas y 116 páginas, en papel grueso y tapa
dura. Unas amapolas de pétalos púrpuras nos reciben en la portada de forma
atrayente y atractiva. Y al final el dibujo de una rosa yacente donde se
anuncia que se acabó de imprimir en Madrid el 24 de octubre de 2018. De todos
los participantes en dicha colección (más de 30) es la segunda mujer que
aparece.