sábado, 10 de marzo de 2018

¿DE DÓNDE ESTA MANÍA DE SER PÁJARO? De Cristina Requejo. Editorial Enkuadres.




¿DE DÓNDE ESTA MANÍA DE SER PÁJARO? De Cristina Requejo. Editorial Enkuadres. 50 poemas repartidos en dos partes, con un prólogo “La profecía del vuelo” de Juan Carlos Mestre y unos agradecimientos.






¿DE DÓNDE ESTA MANÍA DE SER PÁJARO? De Cristina Requejo. Editorial Enkuadres. 50 poemas repartidos en dos partes, con un prólogo “La profecía del vuelo” de Juan Carlos Mestre y unos agradecimientos.

            Un verso del poema “sugerencia de hielo” da título al conjunto. Con una portada bastante minimalista y en color crema, que casi parece una tarjeta nupcial con la que nos invita a su desposorio lírico, Cristina Requejo nos presenta su primer poemario titulado ¿De dónde esta manía de ser pájaro? Lo primero que observas en la portada es que viene avalada con un prólogo del Juan Carlos Mestre, cosa que es de agradecer por la luz que aporta. Autora y prologuista se solapan con letras casi de igual tamaño. Pero el mejor aval que puede tener una poeta es su propia poesía, y en ese cuerpo a cuerpo entre autora y lector Cristina Requejo sale victoriosa porque consigue rasgar con gran maestría la lira, hasta el punto de que puede sentirse satisfecha por el buen trabajo realizado con unos poemas bien armados y construidos y que resultan extremadamente existenciales. Además del prólogo abre el poemario una cita de David Foster Wallace: “Somos lo que caminamos entre dos puntos”. De esta forma se nos predispone a los lectores para que asumamos un rol de caminantes antes de transitar o volar por el paisaje poético de Cristina Requejo.

            Dice Juan Carlos Mestre en el prólogo: “El lugar de la poesía es el vuelo… el sentido primero de un poema… establece siempre un vínculo inédito entre lo real conocido y la intuición de los nuevos sentidos del porvenir… reaparece en otro universo, acaso paralelo, al de las significaciones previstas” o “Cristina Requejo ha escrito un libro que no es resultado del ensueño, ni de la culpa, ni de las ambiciones conclusivas de la intimidad, sino la consecuencia de otra más alta aspiración, la de fundar sobre el territorio de su propio dialecto afectivo el monólogo de su existencia”. “De esa aspiración de y hacia la libertad está hecha la razón primordial de este hermoso libro de Cristina, de la misericordia tras el duelo, del acogimiento en los extramuros de la razón”. Si como nos dice Juan Carlos Mestre: “Una memoria de futuro es el poema”, y, “El saber de todo poema es inversamente proporcional al silencio que este desaloja de la estructura pensativa del mundo” podemos afirmar que este poemario también goza de ese “efecto iceberg”, o sea, lo que nos muestra es una ínfima parte de lo que contiene y calla, un silencio que se hace misterio alumbrado y “milagro lingüístico” por lo que dice  pero también por lo que guarda. He ahí “la profecía del vuelo”, “la memoria como un desafiante acto de dignidad ante la cobardía del olvido”.

            El poemario dividido en dos partes, la primera titulada “Trayectoria de vuelo” con 25 poemas y la segunda parte titulada “Hacia otras latitudes” con otros 25, nos sitúa en un lugar equidistante entre el pasado y el futuro, entre los recuerdos y las intenciones. Cristina Requejo en la primera parte se desviste para ofrecernos la nostalgia de sus plumas y en la segunda se prepara (porque ha llegado la hora) para la migración, para volar a otro lugar más benigno y acogedor si cabe que la memoria, el deseo. Antes de echar a volar, en vez de posarse en los cables eléctricos, esta ave, Cristina, ha decidido hacerlo en el verso como fórmula para encontrar sus coordenadas y no perderse en el trayecto de su viaje. En ¿De dónde esta manía de ser pájaro? La autora, esta mujer poeta renacida de sus propias cenizas como ave fénix, eleva su vuelo por encima del lenguaje hasta alcanzar el cielo infinito de su alma de mujer convertida también en árbol, con la única intención de volver a ser, de reinventarse de otra manera. Así sus versos siempre miran al cielo como vía de escape y salvación, como lugar donde hallar el cobijo que necesita. “Exprime sus palabras en nuestros ojos” y comprobamos que su poesía no es solo “recuerdo, risa, reproche”, es también esperanza y rebeldía; porque no se queda en la “intemperie del vértigo”, sino que se eleva hasta el festejo de un nuevo rumbo con destino a esa manía de ser pájaro, no concebida como obsesión, más bien como liberación y plenitud.

Ya el título de su primer poema (Renacimiento) nos anuncia la principal aspiración o la meta que pretende Cristina con éste su primer libro. Los verdaderos protagonistas de este poemario son las palabras-latidos de un corazón que se redime en la poesía y que funciona como catapulta de un yo alimentado “de las presencias y de todas las ausencias, de la alegría y del dolor, de la risa y del llanto, de heridas que aun sangran y también de cicatrices, y de cualquier objeto cotidiano, o de un gesto o una mirada”, y es ahí donde el verso se transforma en “estado gaseoso” para saciar la sed más íntima de las alas. “Ella habita en un vuelo de aves” –nos confiesa en la página 57, mientras “vive a duelo con la muerte”.

Cristina Requejo con su primer libro de poesía (en el que “se arranca las plumas una a una”, verso a verso, hasta quedar hermosamente desnuda, y que “cuando escribe,/ se –le- llena la boca de matices/ y –se- convierte en rehén de la palabra”, eso sí, nunca sometida a los adverbios) nos ha dejado un libro auténtico escrito desde la verdad afectiva y existencial de su corazón salvaje. Un libro de poesía muy visual, con un tono y una dicción propia que mantiene el pulso a lo largo de todo el poemario, con unas imágenes sugerentes y muchas veces excitantes incluso, y es que la palabra aquí roza la prestidigitación y “la misericordia tras el duelo” –que dice Mestre. Libro repleto de imágenes hermosas y sensuales metáforas, sugerente y festivo desde la nostalgia y en algunos momentos con un toque exquisitamente erótico. Repleta de un amor que la desborda su corazón se empeña en ser pájaro a toda costa. Cristina, que siempre está “yendo de un verbo a otro”, no es ninguna “neófita”, sus latidos y sus ojos así lo atestiguan. Su poesía se adentra en el mar profundo de la sangre y de los sentimientos como testigo o como protagonista del oleaje lírico que impregna todo el libro, dejando poemas de hondo calado y elevado trance. Los verbos que encontrarás nos indican una clara voluntad de comunicación, de entrega al lector como un acto cuasi eucarístico, de sacrificio y sacramental incluso, que busca explicarse y, sobre todo, entenderse.

Una vez leído el poema “Monólogo de la piel” de la página 21 podríamos pensar que además del significado evidente, biográfico y vital, que la poeta dice, también podríamos encontrar connotaciones de una poética, una especie de interlocución directa entre la poesía y la poeta, un tú a tú decidido, una confluencia en la piel de esa voz que la atraviesa y le ha ayudado a comprenderse. “Como el agua que fecunda la tierra,/ tus palabras penetran en mis poros,/ haciendo, como la luz,/ visible lo invisible./ Sucedes así,/ como una caricia que,/ sin requisitos,/ atraviesa mis fronteras./”

            Cristina Requejo se ha tomado muy en serio la escritura porque sabe que al pronunciarlo el mundo existe de nuevo, tanto como para dejar huella de una vida para nada impostada y crear una nueva realidad hecha con palabras. “Que nada está prohibido/ cuando te atreves a nombrarlo/aunque nazcan heridas en la lengua” –nos dice en la página 29. También nos dice: “para nombrarlo/ y que exista desnudo/” o “Préstame tu palabra/ para que pueda utilizarla a mi favor” o “Saberte como palabra/ como tacto, como destino”. El lenguaje hecho puente, demiurgo o dios creador, usado como cicatriz exorcista y liberadora. En su “Vaticinio” una “T” aguarda a que el oráculo cumpla la profecía de su memoria o de su olvido, que al final son la misma cosa, un mismo laberinto “que aún sobrevive en la memoria de los peces”. La poeta no se conforma con la resignación, Cristina desea renacer en la palabra entendida como paradigma del alma y de la voluntad, con el objetivo claro de volver a ser lo que una vez fue, un pájaro libre que se desangra en el aire del lenguaje, “esperando quizá/ a que (la) pronuncies”. “Me elegiste/ y me nombraste/ concubina de todas tus palabras” –afirma en la página 29. O “se (le) llena de pájaros la boca” –página 45- “detrás de la palabra”, y en el “trascurso entre tu cuerpo y la palabra,/ carne y poema” –página 41. La palabra es el poder al que aspira para continuar con su nuevo rumbo, y así lo percibes durante toda la lectura. Incluso nos dice en la página 61: “perdimos la palabra” como signo de la derrota más humillante.

            Así pues, el libro ¿De dónde esta manía de ser pájaro” nos cuenta una “historia propia o robada” de Cristina Requejo y “aunque se nos fracture la palabra/ y caigan sus sílabas en el vacío” ha cumplido con su misión, mostrar la esencia de una poeta levantada en armas contra el olvido y el dolor y viva de deseo y de amor por la vida y el vuelo. Y aunque nos lanza una advertencia: “Soy esa mujer/ que nació huyendo./ Témela”, no le hagáis caso, cuando terminéis la lectura quedaréis prendados de esta excelente poeta que sabe lo que pronuncia y escribe. Porque ella necesita “convertirse en palabras” y las palabras son pájaros para ella, una manía auténtica, la suya, de hacerse poesía y literatura, porque el papel en blanco es el verdadero cielo al que aspiran sus versos-pájaros.


OPINIONES DE LECTOR

Custodio Tejada

4 de marzo de 2018