domingo, 22 de octubre de 2017

OTRAS CANCIONES de José Mateos. Editorial Pre-textos

OTRAS CANCIONES de José Mateos. Editorial Pre-textos. 80 páginas.


OTRAS CANCIONES de José Mateos. Editorial Pre-textos. 80 páginas.

Ya desde el título “Otras canciones” te predispones si no al festejo, cuanto menos a la celebración, unas veces más alegre y otras menos. José Mateos, su autor, nos avisa en “antes unas palabras”, a modo de prólogo en la página 9, con lo siguiente: “Un poema es siempre inevitable porque uno siente que lo que necesita decir no puede ser dicho de otra manera”, hay escritos que invitan a “ser atendidos y leídos de otro modo” o que… “amar significa estar dispuesto a sufrir”. Y aunque  nos dice también en su prólogo que “todas las palabras son equívocas y están manchadas”, cuando lees a José Mateos, éstas, las palabras, brillan con un peculiar destello, el suyo propio; ya que abren “agujeritos por donde entra un hilo de claridad”, porque también a él “algunas veces/ la oscuridad me ilumina”–nos dice en la página 44.

A tientas he ido ahondando en su lectura hasta aprehender el espacio y la desnudez verdadera, hasta “leerme en tu libro” –página 31. La poesía de José Mateos (fugaz en apariencia) es un destello de luz con persistencia de sol y a veces de luna que “alcanza el fondo de la vida” en un “descenso hacia lo alto”. En “Otras canciones” el autor alcanza la esencialidad del poema, sin artificios innecesarios ni florituras, se adentra en la espesura de la poesía con el sigilo del cazador que sabe que va a conseguir una buena pieza.

El poemario está dividido en cinco partes: Tanta verdad, Lecturas, Apuntes del natural, Paseo por el museo del Prado, Aquí y más allá; con un prólogo al principio “Antes, unas palabras” y un poema Final que cierra. Palabras y conceptos estos que nos pueden guiar por la geografía física y humana que impregnan las páginas de este libro. Ya que mientras lo leemos nos acompañan durante el paseo distintos personajes, plantas, lugares… Ulises, Emily Dickinson, Friedrich Nietzsche, Sófocles, Simone Weil, Chéjov, Vladimir Holan, Pier Paolo Pasolini, Murillo, Zurbarán, Fra Angélico, Tiziano, Rubens, Velázquez, Goya, Edipo… y también nos llevará por un mapa de plantas y lugares: la flor del granado…, Trafalgar, la Odisea, la Biblia, el fuego, el museo del Prado, las ruinas de Bolonia, Kenia, los campos de Parga… Un largo recorrido para, al final, llegar a uno mismo, que resulta ser la gran Odisea del poeta.

José Mateos desentraña con delicadeza su verdad literaria, verso a verso y poema a poema, buscando el desvestimiento lírico que diría Juan Ramón Jiménez, así va el autor de Otras canciones, tras la poesía pura y desnuda. Son poemas “Faltos de condimentos, casi insustanciales”, “unos poemas tan sencillos, tan desnudos, que parecieran invisibles”, pero que nos muestran las obsesiones y las verdades del autor. Poemas espirituales, casi místicos, que penetran en lo cotidiano para transcender la apariencia y el alma del poeta, casi rozando el esplendor del haiku a veces. Y en esa búsqueda de la verdad que traza el poeta, la suya, entra en sí mismo y va a tientas en pos de su instinto lírico para atrapar el alma de las cosas y a través de ellas la suya propia, porque “no hay nada que saber” y sí mucho que sentir (páginas 17 y 18). Usando lo mínimo consigue expresar lo máximo, porque su gran secreto radica en que “al callar… hace cantar al silencio” como un buen jilguero o una luciérnaga. El poema Synousía (página 64) retumba como una especie de poética entre órfica e iniciática, quizá a modo de un cuaderno de bitácora que dialoga, sutilmente encriptado, consigo mismo. Nuestro poeta nos señala dónde se encuentra la poesía para él “aquellos trastos eran el poema:/ un tesoro surgido/ de las sobras del mundo” –página 67, una “canción que (le) contiene” –página 71, eso es la poesía para él.

Como diría el propio autor “El libro sobre la mesa./ Le abro las alas, /y vuela.” Digo si vuela, de su alma a la tuya, su poesía sigue creando el mundo a través de tus ojos y su lectura. Y es que al leer estas canciones, tus ojos de lector quedarán como árboles en llamas, en manos de un pirómano de las grandes palabras y sus secretos como es José Mateos.

Opiniones de lector
Custodio Tejada
20 de Octubre de 2017



lunes, 2 de octubre de 2017

ANDAR SIN RUIDO de Carlos Frontera. Editorial Páginas de Espuma.

ANDAR SIN RUIDO de Carlos Frontera.
ANDAR SIN RUIDO de Carlos Frontera. Editorial Páginas de Espuma. 160 páginas. Relato.

ANDAR SIN RUIDO de Carlos Frontera. Editorial Páginas de Espuma. 160 páginas. Relato.

En este libro las “palabras no resultan impostadas ni torpes”. Andar sin ruido es un conjunto de relatos nada clásicos que, apilados como “las cajas de sus novias, unos juntos a otros”, ocupan el lugar mágico de la buena lectura. Y es que Carlos Frontera es “un experto en seísmos” como lo demuestra este libro de cuentos o sus greguerías de Facebook. Se ponga como se ponga, en serio o en broma, Carlos, como un Rocky Balboa de la performance, siempre consigue arrancarte una sonrisa; pero a la par también te inocula una sobredosis de reflexión con carga de profundidad incluida, donde significantes y significados se diluyen los unos en los otros formando un entramado de nuevos pensamientos.

Carlos Frontera se nos brinda como un rastreador que busca las huellas de las vivencias y de las palabras, el destello de las cosas y de los acontecimientos más insignificantes para transcenderlos con su mirada traviesa y juguetona. Busca a través de la insinuación (y de la enumeración) transcender el lenguaje del cuento, el significado de los detalles y la vida útil-sutil de las palabras. La cotidianidad se enaltece con su prosa y su manera de contar, adquiere rango (bando) de hazaña o de hito, en definitiva, transciende lo ordinario para dotarlo de una magnificencia extraña. Carlos es ingenio y pura intuición, tiene un sexto sentido para reflejar lo que su mirada ve.

Es un libro que “no se deja acariciar, pero si (te acercas) sin hacer ruido, no huye ni se aparta” –página 34, antes al contrario, busca tu curiosidad y la encuentra, entonces ya estás perdido, te ha hecho suyo y no te soltará hasta el final. “La mejor opción (para leerlo es) ir a tientas” con todos los sentidos, porque los embriagará todos hasta rozar lo escatológico, porque para leer este libro “Quizá el truco sea ese: tolerar una cierta dosis de repugnancia…” Y aunque nos cuenta en la página 44 que… “las palabras a veces se quedan sin pilas y no llegan a tiempo”, este no es el caso; Andar sin ruido puede presumir de narrador porque las palabras funcionan con precisión y los cuentos se terminan de completar en la mente del lector. “Las madres se lo pasan en grande llenando las estanterías con fotos de sus hijos… es su manera de hacer poesía” –se  nos dice en la página 21. De parecida manera el autor proyecta sus relatos en nuestra mente como fotografías, y aunque “no les pidas un haiku, un soneto o un verso libre” están llenos de poesía, de suspense y de un humor exquisito y estrambótico. Como dice Eloy Tizón: “Nuestra mesa de trabajo, como escritores, es la mente del lector”, y bien que la usa Carlos Frontera, esa mesa, para armar sus historias.

Una paleta de relatos exquisita te esperan en este libro. Desde el sobrecogedor relato de “Todas las familias felices” al desquiciante y sarcástico relato de “Una ligera sensación de puaj” o el tétrico cuento de “Andar sin ruido”. El jocoso, gracioso y divertido “Ha muerto Michael Jackson, el irónico “Acto de amor”, el relato del cenicero “Transparente y no” lleno de desasosiego, angustioso y surrealista; algo apasionado como “Romper el encantamiento” y descorazonadores como “Si todos los chinos saltaran a la vez” y cruel y emotivo como “Obrar bien”. A modo de tratado seudo-erótico y de-mente, caricaturesco hasta rozar el esperpento y cómic-o como “Conquistar más cotas”, o más kafkianos como los dos últimos.
En cierta medida sus cuentos son como “una foto sin apenas cicatrices en la que descubres a alguien que te recuerda a ti, que se te da un aire, alguien con menos arrugas en la mirada y más futuro entre los dedos” –dice en la página 21. Los relatos no se cierran, los deja abiertos para que los acaben, a su antojo, los lectores. Son relatos con rampas a tres aguas si no más, te invitan a especular e imaginar nuevas posibilidades y otros finales y significados y aunque nos dice en la página 30 que “Escribir es de cobardes. Escribir está sobrevalorado, siempre lo ha estado”, él escribe como un valiente, escribe jugándose el tipo en cada lance y el resultado es una buena cosecha. “En ciento veinte minutos cualquiera podía enamorarse… dan hasta para morirse” –página 33, pues imaginad lo que dan estas 160 páginas, enganchan y no deseas que terminen nunca ya que cuando terminan tu ropa huele a él y a sus cenizas. Autor y lector se funden.

            Andar sin ruido es un libro lleno de emociones, de sonidos, de olores, de sabores, de colores… lleno de compases y timbres, de frecuencias de radio, de muelles que chirrían por todas partes, de parqué que cruje… Una onda expansiva de renglones y párrafos que saltan a la vez alterando “el eje de rotación” de tu cabeza de lector. Paradójicamente resulta ensordecedor.

            El autor de Andar sin ruido va camino de ser un macho-autor alfa (voluptuoso) de una gran manada de seguidores-lectores, en mi opinión, el tiempo dirá. ¿Quizá porque…”su tembleque adquiere la forma de juegos de palabras, de desplazamientos semánticos, pamplinas como cortinas de humor con las que pretende enmascara su estado, ocultar su inseguridad”? –página 12. No lo sé, pero después de haber leído estos cuentos, en sentido figurado y literario, “prometo serte fiel hasta que lamerte no se pare”.

Opiniones de lector.
Custodio Tejada.
27 Septiembre de 2017
http://custodiotejada.blogspot.com.es/