viernes, 29 de enero de 2010

HORMIGA CALIGRÁFICA (poema visual)

HORMIGA CALIGRÁFICA (poema visual)










Autor Custodio Tejada




miércoles, 27 de enero de 2010

MARIO BENEDETTI

EUCARISTÍA

Una muchacha que se desnuda
sin testigos
para que sólo la miren
el espejo o el sol
en realidad no está desnuda

sólo lo estará cuando otros ojos
simplemente la miren
la miren y consagren
su desnudez

DISTANCIAS

Con todas las cautelas
voy tomando distancia
de mí
y me vislumbro
objeto
cosa
rudimento

desde el palquito
universal
mi bagatela
o mi insignificancia
aunque me son
ajenas
me provocan
una tristeza cósmica
una náusea infinita

entonces con urgencia
vuelvo a mí
para olvidar
mi pequeñez
y creerme algo
alguien


RENCOR MI VIEJO RENCOR

Cuando los japoneses adquirieron
el rockefeller center
ellos que tienen geishas y la sony
y samurais y teatro no
y kamikazes y kurosawa
y matsuo basho y panasonic
y aprenden flamenco por computadora
y pueden cantar tangos sin entender palabra

Cuando los japoneses adquirieron
el rockefeller center
supe que por fin había empezado
la sutilísima la dulce
venganza de Hiroshima

MARIO BENEDETTI

martes, 26 de enero de 2010

¿QUÉ ES LA POESÍA? A modo de poética.

¿Qué es la poesía? A modo de poética.
La poesía es un botijo de agua fresca en medio del caluroso verano o un caldito caliente en medio del invierno más frío. La poesía es la voz de los que no tienen voz, de los que no tienen nada. Es la voz de cada uno en particular y la voz de todos al mismo tiempo. La poesía es el único cobijo sensato que le queda a la palabra. Quizá también sea el dulce paraíso de la fantasía o el eterno espíritu de la lucha y la resistencia. Y también un lugar mágico donde se puede encontrar la paz y el descanso, la emoción y la aventura, la meditación y el éxtasis, el juego divertido y la caricia delicada… La poesía es un refugio de alta montaña.
Custodio Tejada


¿QUÉ ES LA POESÍA?

 Hoy (29 de abril de 2020) me piden un texto (para la página “Noches del Baratillo”) donde defina lo que es la poesía para mí. Y aunque la cosa se las trae, así, a bocajarro, podría decir que la poesía lo es todo y a la vez es nada, un deseo, un relámpago, una estrella fugaz, o quizá la ilusión de un espejismo que me agiganta o empequeñece a capricho. También podría recurrir a San Agustín para explicar que el poeta es ese niño que pretende meter toda el agua del mar en un hoyo y añadir que la poesía es la posibilidad que ofrece el lenguaje para contemplar hacia afuera y hacia adentro al mismo tiempo. La poesía es esa voz que suena como el eco en medio de una gran montaña, da lo mismo el modo o la etiqueta, da lo mismo el premio o la reverencia, lo importante es su llama purificadora. La poesía aspira a que toda la creación quepa en un verso, en un renglón a modo de pesebre donde pueda renacer una y otra vez la realidad convertida en un maná lector. Vivir en la palabra o morir en el silencio, o viceversa, eso hace la poesía con sus lectores. La poesía es un intento de ser feliz con final incierto, un hogar que nos construye y nos habita más allá de los pronombres, una voluntad singular siempre al servicio del prójimo. Una especie de margarita que descubre la belleza en cada latido de lo cotidiano. La poesía también puede ser juego y compromiso, aventura o exilio, y lo que cada uno quiera. Una apuesta para vencer al tiempo o para dar fe de la derrota inexorable de los días. La poesía es la voz de los cuatro elementos y de los que están obligados a vivir callados, con humildad y sin complejos por los siglos de los siglos. Unos ojos distantes y distintos que volverán a tener vida en otras venas. La poesía, aunque no sirva para mucho, es un camino de salvación como cualquier otro para acercarnos a la Verdad en tiempos difíciles, porque todos los caminos conducen a Ella. He ahí la pequeñez del poeta y la grandeza del poema y de la Poesía.

 29 de abril de 2020

domingo, 24 de enero de 2010

LA CASITA DE COLORES (relato)

LA CASITA DE COLORES

Cuando la ví supe que era la casa de mis sueños. Con una inmensa terraza, situada frente al mar, la casa emergía sobre la arena de la playa como el tridente de Neptuno. No podía imaginar que una casita tuviese aquel aspecto de juguete recién comprado. Rodeada por un hermoso jardín parecía ser el escenario perfecto para vivir un cuento de hadas.
Las dos puertas y las cuatro ventanas de la casa estaban pintadas de un color azul sorpresa mientras el color de la fachada era amarillo, un amarillo intenso como los rayos de sol que la bañaban cada día. La teja roja del tejado terminaba dándole al conjunto una idílica imagen de postal para turistas: el azul del mar, el blanco del oleaje, el ocre de la arena de la playa, el verde del jardín, el azul del cielo… y la casita de colores erguida en medio. Toda una tentación para cualquier aficionado a la fotografía.
Algún tiempo después supe que la casa permanecía tal y como la dejaron los anteriores propietarios, una pareja de jubilados alemanes que por culpa del alzheimer regresaron a Frankfurt. Desde entonces un enorme letrero colocado en el jardín y escrito en varios idiomas anunciaba que se vendía o se alquilaba. Pero así lleva varios años. Y os puedo asegurar que es muy triste contemplar una casa deshabitada. En esta vida no hay momento más triste que cuando tienes que abandonar tu casa. Ya que una casa deshabitada es siempre un sueño roto o una esperanza perdida.
Durante varios meses estuve observando aquella casa. Llegué incluso a llevarme algunos objetos de su jardín, a los que olía con fruición igual que si fuera un fetichista empedernido. Fue así como supe la historia más íntima de aquella casa. Cada cierto tiempo se acercaba hasta ella un jardinero cojo que mantenía a raya las malas hierbas y permitía que el jardín brillara como correspondía según la estación del año. Era un hombre charlatán que guardaba cierto parecido físico con Ernest Heminway. En sus ojos cansados se podía masticar el paso del tiempo y la nostalgia de un pasado glorioso. Cuando conocía a alguien lo primero que hacía era contarle cómo quedó cojo por culpa de un toro llamado Malahierba. Quizá fue por eso por lo que se hizo jardinero, para vengarse de alguna manera de aquel toro del diablo. Tenía entonces veintiún años y era la tercera vez que corría los San Fermines. ¡Qué tiempos aquellos! -repetía una y otra vez sin dejar de suspirar.
Por las mañanas, frente a la casa, en la arena de la playa, los jubilados jugaban a la petanca. Y por las noches, sobre todo en verano, el jardín de la casa era testigo y a veces refugio de excitantes escarceos amorosos de parejas adolescentes y de turistas noctámbulos. Incluso a veces se convertía en la pista de baile de algún botellón improvisado.
Cuando se sentía habitada la casa parecía sonreír. Sus colores brillaban con más intensidad y la luz que la circundaba se tornaba en un manantial de emociones y sentimientos. Los vecinos más cercanos aún hoy murmuran que la casa tiene vida propia, que es un lugar mágico para corazones puros. Pero es en la noche de San Juan cuando la casa se vuelve loca y disfruta como una niña con vestido nuevo. Esa noche la playa se llena de hogueras y el paseo marítimo, como si fuera un nido de golondrinas, es un incesante ir y venir de gente feliz que hace eterna la noche más corta del año.
Angelitas, la agente inmobiliaria que se encarga de enseñar la casa cuando aparece algún cliente es una mujer morena y muy bien vestida. Tiene treinta y cinco años y todavía vive con sus padres porque la comodidad hace tiempo que se apoderó de ella. De vez en cuando se refugia en la casita de colores para dar rienda suelta a su pasión más desenfrenada y lujuriosa con un novio culturista que se ha echado por internet.
El último interesado que visitó la casa con la intención de alquilarla fue un médico naturista. Con gafas y calvo tenía más aspecto de notario que de médico. Quería usar una parte de la casa como consulta y la otra como residencia familiar. Pero aconsejado por su esposa cambió de idea y al final decidieron irse a vivir a un ático cerca del casco histórico. Que según su señora era donde residían las familias más acomodadas.
Quienes viven allí (en la mágica casita de colores) como auténticos ocupas, como marajás de la paz y el sosiego, alejados del estrés y los prejuicios, son una gatita que se cuela en la casa cuando quiere y que mantiene el jardín y sus alrededores a raya de ratas y ratones. Y es allí donde ha traído al mundo a sus últimas camadas. Pero también hay un nido de golondrinas en la cornisa, un hormiguero en el porche y una tupida telaraña en la bodega donde aún se guardan algunos excelentes vinos.
Cuando paseas por delante de la casa sientes en lo más hondo de ti que el tiempo se detiene y la vida se alarga. Y es que no hay nada más importante que se le pueda pedir a un hogar que ser feliz entre sus cuatro paredes.





Autor Custodio Tejada

sábado, 9 de enero de 2010

ES LA ESPERANZA ESE SER DE PLUMAS... EMILY DICKINSON

ES LA ESPERANZA ESE SER DE PLUMAS

Es la Esperanza ese ser de plumas
que se posa en el alma,
y canta la tonadilla sin palabras,
para nunca cesar.

Dulcísimo en la galerna suena,
y cruel será la tempestad,
que abatir pueda a la avecilla
que a tantos dio calor.

La he oído en la tierra más gélida
y en el mar más ignoto,
pero jamás, en su indigencia,
mendigó miga de mí.


SI SOBORNARLES PUDIERA CON UNA ROSA

Si sobornarles pudiera con una rosa
Les traería todas las que crecen
Desde Amherst a Cachemira!
No me detendría ni por noche ni tormenta,
Ni por helada, ni muerte, ni por nadie.
Tan precioso mi quehacer sería!

Si quisieran demorarse por un ave
Mi pandereta se oiría de inmediato
Entre los bosques de abril!
Infatigable, todo el verano,
Solo para romper en más agreste canto
Al agitar el invierno las ramas!

Y si me oyen!
Quién dirá
Que tanta insistencia
No sea al fin provechosa
Que hartos de este rostro mendicante,
No digan finalmente Sí
Para echarlo del salón?

NOCHES LOCAS, LOCAS NOCHES!

Noches locas, locas noches!
Si estuviera contigo,
Noches locas serían
Nuestro regalo!

Futiles los vientos
Para un corazón en puerto.
Se acabó la brújula,
Acabóse la carta!

Remar en el Edén,
Ah, el mar!
Pudiera yo, esta noche,
En ti anclar!

DE EMILY DICKINSON

viernes, 8 de enero de 2010

I CONGRESO INTERNACIONAL DE POESÍA Y MÚSICA PARA LA PAZ, GRANADA

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL DE POESÍA Y MÚSICA PARA LA PAZ
(En imágenes)
Celebrado los días 26,27 y 28 de Noviembre de 2009 en el Centro Cultural CajaGranada,
Teatro Isidoro Máiquez de Granada.
Pedro Enríquez, Enrique Moratalla, Miguel J. Carrascosa, José Torres Hurtado, Pedro Benzal Molero,..., y Mª Dolores Ruíz Gómez


Rafael Guillén, Miguel J. Carrascosa y Clara Janés Nadal



Coro de Voces Blancas P.P. Escolapios de Granada

Mª Cruz Oliver Sola y Manuel Titos Martínez

Grupo Zejel



Antonio Chicharro Chamorro, Rafael Díaz Medina y Miriam Subirana Vilanova



J.J. Ruiz Travieso, Francisco J. Amaya junto al joven poeta Pablo Cecilio Morales Puertollano

José Palomares Moral, Bruno Alcaraz Masáts, J. Aº de Mesa Basán y Nicasio Urbina



Matías Tugores Garau, J. Aº López Nevot, Enrique Morón y Antonio Carvajal Milena

Coro de la Facultad de Ciencias de la Educación

Justo Jorge Padrón, Mariano Martín García y Mª Luz Escribano Pueo



Fernando de Villena, María Sánches Arana y Pedro Enríquez


Miguel Angel Arenas, L. F. Vilches Martín, Mariano Martín, Miguel A. Rodríguez Laíz y Mª Ángeles Sanchez Carrasco

De Profundis Duo

Enrique Badosa, Antonio Orihuela Uzai y Ángeles Mora Fragoso

Enrique Badosa


Antonio Gala

Federico Mayor Zaragoza, Miguel J. Carrascosa Salas y Antonio Gala

Fotografías de Custodio Tejada

miércoles, 6 de enero de 2010

I CONGRESO INTERNACIONAL DE POESÍA Y MÚSICA PARA LA PAZ

RINCONES MÁGICOS. Un excelente congreso que quizá no tuvo la repercusión mediática que merecía. Enhorabuena al Centro Unesco de Andalucía por tener la magnífica idea de unir tres palabras mágicas para el alma humana: Poesía, Música y Paz.

viernes, 1 de enero de 2010

LA CUESTA DE ENERO

LA CUESTA DE ENERO
Mientras los campesinos refugiados en el invierno descansan de los intermediarios que rentabilizan a precios exorbitados su cosecha, enero se llena de duendes y villancicos, de roscones y rebajas. Enero es un mes frío que invita a soñar. Es el primer mes de un nuevo año lleno de sorpresas por descubrir. Enero renueva aspiraciones y energías. Da magia y quita tristeza, cambia oro por nieve, o por carbón si has sido malo. Enero tiene un aliento cautivador que nos convierte a todos en fumadores empedernidos de una cachimba abracadabra que te transporta a la fantasía de las mil y una noches. Enero es íntimo y coqueto. Su música sagrada suena a voz de niño rodeado de juguetes que pronto serán pasto del olvido y la destrucción, del capricho y el chantaje. En enero los guantes y bufandas seducen y embriagan por las aceras. En enero los paraguas parecen ángeles custodios y las calles se convierten en improvisados escaparates ambulantes de curiosos.
Compras y gastos, derroche y consumismo se dan cita para deleite de los sentidos, acidez de la cartera y condena de las cervicales. Pasar la cuesta de enero sano y salvo es más cansino que subir la Cuesta del Chapiz a pata coja. Y más después de dilapidar el sueldo y la paga extra entre los excesos gastronómicos de Navidad, los generosos regalos de Santa Claus y los tres Reyes Magos, además de loterías y gastos varios.
Este calvario de enero es un auténtico manjar capitalista para unos, para otros un desmadre de los siete pecados capitales. Otra gente, mientras critican el sistema y ponen a parir la Navidad, se ponen hasta el culo de cubatas y demás excesos, botellones y demás sustancias igualmente consumistas mientras discuten sobre temas solidarios subidos en sus nuevos púlpitos. Son víctimas y también verdugos del exceso capitalista que ha convertido el consumo en una nueva religión. De lo que se trata es de estar a la moda, de hablar y pensar como marca el BOE de la calle. Ser un número más, seguir el rumbo autómata del rebaño, creer en lo que todo el mundo cree, pensar y decir como todo el mundo habla y piensa. Dejarse llevar sin ofrecer resistencia.
Si has logrado sobrevivir a todo este desbarajuste de la cuenta de resultados y te queda algún céntimo de euro en el bolsillo estás llamado a ser ministro de economía y hacienda por lo menos. Pero no te preocupes, que si tú eres de los que quieren superarse e ir a más, y aspiras a controlar el Fondo Monetario Internacional, puedes lucirte gastando el superávit o los ahorrillos que guardas en el calcetín en las “rebajas” de enero. Pensadas para terminar de exprimir tu debilitada economía y saciar nuevamente tu voraz apetito consumista. Nuevos reclamos publicitarios y gangas a tutiplén convertirán tu tiempo de ocio en un ir y venir de tiendas y grandes superficies en busca del tesoro escondido. Te sentirás como Indiana Jones en la penúltima compra. Presumirás ante los amigos de las buenas ofertas que encuentras y de lo bien que administras tu invisible fortuna.
Y para rematar la faena de la especulación, exprimir las ubres de tus bolsillos y cortarle las dos orejas al monedero, si eres un adicto a las frutas y verduras, bien por placer culinario o bien por la dictadura de la dieta y el colesterol, las hortalizas y sus precios, así como los del resto de la cesta de la compra terminarán por llevarte a la bancarrota, y si no teníamos bastante, como todos los primeros de año nos subirán el IVA, el transporte, el recibo de luz, el gas, la gasolina... Así es el juego del Monopoly. En cualquier caso nos toca perder, siempre nos toca pagar, y si estamos en crisis, más todavía. Al final quien gana siempre es la banca. El dinero, no sé por qué razón magnética, siempre termina al lado del dinero. Mi único consuelo es saber que siempre puedo quedarme en casa leyendo un libro a la espera de que se me pasen las ganas de comprar. Sobre todo cuando se ha esfumado el sueldo y no hay nada que gastar. Manías, sólo manías. ¿Será que me estoy haciendo viejo? No, eso sí que no.


Autor Custodio Tejada