ANDAR SIN RUIDO de Carlos
Frontera. Editorial Páginas de Espuma. 160 páginas. Relato.
ANDAR SIN RUIDO de
Carlos Frontera. Editorial Páginas de Espuma. 160 páginas. Relato.
En
este libro las “palabras no resultan impostadas ni torpes”. Andar sin ruido es
un conjunto de relatos nada clásicos que, apilados como “las cajas de sus
novias, unos juntos a otros”, ocupan el lugar mágico de la buena lectura. Y es
que Carlos Frontera es “un experto en seísmos” como lo demuestra este libro de
cuentos o sus greguerías de Facebook. Se ponga como se ponga, en serio o en
broma, Carlos, como un Rocky Balboa de la performance, siempre consigue
arrancarte una sonrisa; pero a la par también te inocula una sobredosis de
reflexión con carga de profundidad incluida, donde significantes y significados
se diluyen los unos en los otros formando un entramado de nuevos pensamientos.
Carlos
Frontera se nos brinda como un rastreador que busca las huellas de las
vivencias y de las palabras, el destello de las cosas y de los acontecimientos
más insignificantes para transcenderlos con su mirada traviesa y juguetona.
Busca a través de la insinuación (y de la enumeración) transcender el lenguaje
del cuento, el significado de los detalles y la vida útil-sutil de las
palabras. La cotidianidad se enaltece con su prosa y su manera de contar,
adquiere rango (bando) de hazaña o de hito, en definitiva, transciende lo
ordinario para dotarlo de una magnificencia extraña. Carlos es ingenio y
pura intuición, tiene un sexto sentido para reflejar lo que su mirada ve.
Es
un libro que “no se deja acariciar, pero si (te acercas) sin hacer ruido, no
huye ni se aparta” –página 34, antes al contrario, busca tu curiosidad y la
encuentra, entonces ya estás perdido, te ha hecho suyo y no te soltará hasta el
final. “La mejor opción (para leerlo es) ir a tientas” con todos los sentidos,
porque los embriagará todos hasta rozar lo escatológico, porque para leer este
libro “Quizá el truco sea ese: tolerar una cierta dosis de repugnancia…” Y
aunque nos cuenta en la página 44 que… “las palabras a veces se quedan sin
pilas y no llegan a tiempo”, este no es el caso; Andar sin ruido puede presumir
de narrador porque las palabras funcionan con precisión y los cuentos se
terminan de completar en la mente del lector. “Las madres se lo pasan en grande
llenando las estanterías con fotos de sus hijos… es su manera de hacer poesía”
–se nos dice en la página 21. De
parecida manera el autor proyecta sus relatos en nuestra mente como fotografías,
y aunque “no les pidas un haiku, un soneto o un verso libre” están llenos de
poesía, de suspense y de un humor exquisito y estrambótico. Como dice Eloy
Tizón: “Nuestra mesa de trabajo, como escritores, es la mente del lector”, y
bien que la usa Carlos Frontera, esa mesa, para armar sus historias.
Una
paleta de relatos exquisita te esperan en este libro. Desde el sobrecogedor
relato de “Todas las familias felices” al desquiciante y sarcástico relato de “Una
ligera sensación de puaj” o el tétrico cuento de “Andar sin ruido”. El jocoso,
gracioso y divertido “Ha muerto Michael Jackson, el irónico “Acto de amor”, el
relato del cenicero “Transparente y no” lleno de desasosiego, angustioso y
surrealista; algo apasionado como “Romper el encantamiento” y descorazonadores
como “Si todos los chinos saltaran a la vez” y cruel y emotivo como “Obrar
bien”. A modo de tratado seudo-erótico y de-mente, caricaturesco hasta rozar el
esperpento y cómic-o como “Conquistar más cotas”, o más kafkianos como los dos
últimos.
En
cierta medida sus cuentos son como “una foto sin apenas cicatrices en la que
descubres a alguien que te recuerda a ti, que se te da un aire, alguien con
menos arrugas en la mirada y más futuro entre los dedos” –dice en la página 21.
Los relatos no se cierran, los deja abiertos para que los acaben, a su antojo,
los lectores. Son relatos con rampas a tres aguas si no más, te invitan a
especular e imaginar nuevas posibilidades y otros finales y significados y
aunque nos dice en la página 30 que “Escribir es de cobardes. Escribir está
sobrevalorado, siempre lo ha estado”, él escribe como un valiente, escribe
jugándose el tipo en cada lance y el resultado es una buena cosecha. “En ciento
veinte minutos cualquiera podía enamorarse… dan hasta para morirse” –página 33,
pues imaginad lo que dan estas 160 páginas, enganchan y no deseas que terminen
nunca ya que cuando terminan tu ropa huele a él y a sus cenizas. Autor y lector
se funden.
Andar sin ruido es un libro lleno de emociones, de
sonidos, de olores, de sabores, de colores… lleno de compases y timbres, de
frecuencias de radio, de muelles que chirrían por todas partes, de parqué que
cruje… Una onda expansiva de renglones y párrafos que saltan a la vez alterando
“el eje de rotación” de tu cabeza de lector. Paradójicamente resulta
ensordecedor.
El autor de Andar sin ruido va camino de ser un
macho-autor alfa (voluptuoso) de una gran manada de seguidores-lectores, en mi
opinión, el tiempo dirá. ¿Quizá porque…”su tembleque adquiere la forma de
juegos de palabras, de desplazamientos semánticos, pamplinas como cortinas de
humor con las que pretende enmascara su estado, ocultar su inseguridad”?
–página 12. No lo sé, pero después de haber leído estos cuentos, en sentido
figurado y literario, “prometo serte fiel hasta que lamerte no se pare”.
Opiniones de lector.
Custodio Tejada.
27 Septiembre de 2017
http://custodiotejada.blogspot.com.es/