¿QUIÉN TEME A THELMA Y
LOUISE? De Mónica Doña. Editorial Renacimiento. 24 poemas y Dedictorias.
Dice Enrique Gracia Trinidad: “El más grave problema que
tienen los lectores de poesía es que, como se descuiden, el poema les cuenta su
propia historia. Conflictivo eso de verte reflejado en los papeles sin haber
tenido arte ni parte. Por eso, el común
de los mortales le tiene cierta aprensión a los poemas.” Pues este libro de
Mónica Doña habla especialmente de nosotras y también de nosotros.
Ya desde la portada y desde el mismo título (que hace
referencia a una película de culto para el feminismo y que tuvo el aplauso de
muchos por la forma en que trató la violencia de género) el poemario te
predispone para vivir una intertextualidad histórica, cinematográfica y
emocional sin límites, con ese coche volando por el cielo (un Ford Thunderbird
modelo 66 conducido por Mónica Doña) en busca de la libertad y la dignidad de
todas las mujeres. La cita que abre el libro, de Rosario Castellanos, es toda
una declaración de intenciones y de principios.
En el libro todo es femenino, la
mirada y también el pensamiento. Todas las citas que aparecen en él son de
mujeres y hasta las dedicatorias finales son para ellas, para doce compañeras
de viaje. Los latidos que mueven los batanes de la lírica de Mónica Doña parten
de una sensibilidad exquisita y claramente femenina, que apuesta de manera
decidida por su esencia de mujer que ansía vivir en igualdad de condiciones.
Según Trinidad Gan este poemario “¿Quién teme a Thelma y
Louise?” es “una excelente road movie
por el territorio de la palabra, por las afueras de la condición femenina, por
el paisaje interior de cada uno de nosotros.” Mónica Doña es una poeta cuya
poesía “opta siempre por la claridad y la conexión con la realidad”. En la
página web del Centro Andaluz de las Letras podemos encontrar las siguientes
letras capitales para desentrañar su significado: El libro “es una búsqueda de
lo femenino a través de la huella que dejaron mujeres singulares que figuran en
la historia. Y, a su vez, es una reflexión sobre la llamada guerra de sexos y
sus conflictos profundos que lleva al sujeto poético a una huida hacia delante,
una escapada con el objetivo de encontrar un lugar más amable en el mundo, lo
que supone una reinvención de esa construcción social que llamamos feminidad.”
Leyendo a Mónica Doña, esta “mujer-sofá” que se siente
libre mirando las musarañas del techo, descubres que es una de esas mujeres que
han decidido dejar rastro y darnos en ofrenda su punto de vista, en definitiva,
escribir su propio relato de las cosas. Ella se erige en protagonista de su
propia biografía para reivindicar su lugar en el mundo, su voz dentro de la
poesía y de la historia, porque ella no quiere ser “una mujer subterránea” ni
una sombra; sino que desea ser un astro que brilla con luz fluorescente y elige
su propio destino, porque nuestra poeta es una “sirena-roca” que “ama riendo”.
Y es que, como si fuera un selfie literario, Mónica Doña nos ha regalado con
mucho arte esta “road movie” poética.
La mujer es la verdadera protagonista de este poemario
donde, convertido en un film lírico o en un viaje iniciático, todo tiene un por
qué y todo responde a un código secreto previamente fijado y diseñado: dar la
voz a las mujeres a las que tantas veces se les ha hurtado. Desde el principio
aflora la rebeldía, el deseo de cambio y transformación como hecho
revolucionario: “y cambiaste tu alma/ por espada de Arcángel” –nos dice en la
página 13.
Es un poemario dividido en tres partes. La primera
titulada “Femenino y singular (la huella)” compuesta de ocho poemas. La segunda
titulada “Tiempo muerto (la captura)” con otros ocho poemas. Y la tercera
titulada “Mujeres al cabo (la escapada)” también con otros ocho. Esta
distribución guarda una estructura de relato-novela o película, o sea, tiene
una exposición, un nudo y un desenlace claramente definidos. No sabemos si el
número 8 significa algo concreto para nuestra autora, pero sí podemos decir que
el número 8 bendice este libro y que el significado de éste número está
relacionado con el poder, la energía, la realización y la perseverancia. El 8
simboliza la transición entre el cielo y la tierra. Para la Iglesia Católica es
el número de la resurrección, de hecho, el 888 es el número de Jesucristo
(¿Habrá buscado el paralelismo del mesías salvador con el feminismo de
salvación?). En el Tarot, el arcano número VIII es la justicia y se representa
con una mujer de gesto severo, o sea, el mundo objetivo y el equilibrio de las
energías (¿se referirá Mónica Doña a las masculinas y femeninas?). Lo que pone
de manifiesto el mundo mental y espiritual del que goza Mónica Doña, la gran
sacerdotisa de este magno poemario. “Tal vez la magia sea/ este pequeño signo,/
este número ocho, que se tiende/ y el poema susurra la palabra infinito…” –nos
dice en la página 64. Se puede leer también en la página 67: “La mirada
imposible/ ante ocho kilómetros de playa” o “Somos ocho risueñas fugitivas”, de
las que siete (más la autora ocho) integran “Mujeres al Cabo (la escapada)”;
las cuales se funden con las otras ocho de la primera parte del poemario, yendo
su relación mucho más allá de la mera intertextualidad y de la poesía, quizá en
una unidad de destino.
En
la primera parte acude a la historia para encontrar la huella y a partir de ahí
iniciar su viaje literario, aparecen personajes históricos (“ocho mujeres,
ocho” como “toros” embisten): Juana de Arco, Rita Hayworth, Billie Holiday,
Teresa de Ávila, Cleopatra, Coco Chanel, Madame Curie y Frida Khalo (convertida
en diosa crucificada y en símbolo del feminismo liberador). Ocho amazonas del
talento femenino, todas ellas igual que nuestra autora hijas de la
metamorfosis, de la ironía y de la rebeldía. La mismísima Cleopatra (por boca
de Mónica Doña) nos exhorta diciendo: “mi belleza/ es un mito diabólico, un
lujo de la historia que hiere sin piedad/” –podemos leer en la página 20.
Poniendo el foco en que a la mujer siempre la miramos desde la esclavitud de la
belleza y no desde la libertad de sus muchos otros valores. Y precisamente
porque es hija de su tiempo, Mónica Doña nos confiesa a través de la voz de
Teresa de Ávila que: “Hoy me siento muy sola, y cada vez le tengo más miedo a
las alturas” como tantas mujeres. Mónica Doña tiene algo de todas ellas, aunque
solo sea por haberlas convocado. Un libro, por tanto, para estar atento a las
sugerencias y a los matices que la lectura provoca. La segunda parte, aderezada
con recuerdos más íntimos y personales, aprieta el nudo del poemario entre
juegos prohibidos (de culpas y remordimientos) y transformaciones de una mujer
que descubre que todo lo que se sueña tiene un precio. El mar con su vaivén de
fondo nos acoge en la tercera parte, no cualquier mar, sino el mar del Cabo de
las Ágatas en Almería; y es allí donde sucede el desenlace del libro: “Ocho
lobas dispersan los rebaños”, “ocho gatas en celo” “guardan… un útero de roca”
“de ocho mujeres vivas y enlazadas/ para que el (la) mar-montaña/ rescate el
horizonte femenino” –nos confiesa en la página 51. Ocho amazonas transformadas
por el rito del fuego y las palabras que se hacen “nuevos gritos” y “cantos
nuevos” “hasta formar anillo” y “echar a correr”.
Para
mí el gran acierto de este libro está en el modo y en la forma de contar el
mensaje que quiere transmitir su autora. Podría decirse que “¿Quién teme a
Thelma y Louise?” es una caja de resonancias, un poemario/púlpito (sin
connotaciones peyorativas) lleno de ecos y voces que retumban con voluntad
mediática y aleccionadora.
Al
leer a Mónica Doña algunos versos conducen a la sonrisa vertical de Ana Rosetti
que a veces también se torna en horizontal hasta suplicar “menos testosterona,
por piedad” –nos dice en la página 40. Con el poema “El beso de Klimt” la écfrasis
va más allá de la mirada de los museos, nos lleva al interior de la feminidad y
de la época que le ha tocado vivir, y es así como nos seduce la reflexión del
“amor al borde del abismo” y del “tiempo muerto”. Thelma y Louise se juntan con
Javier Egea en el mismo destino y en la misma esperanza, lo mismo que Mónica
Doña y Javier Egea se unen para hablar de sus cosas una tarde en la Isleta del
Moro.
El libro, en cierta medida desprende un
aspecto lúdico y creativo (a imagen y semejanza de su autora), de
reconstrucción poética, de crisálida literaria en la que obra la metamorfosis
de las imágenes en palabras. Hubiera sido espectacular que la arquitectura del
ocho (por lo que el poemario tiene de logia literaria o cripticismo) hubiera
poblado también los versos, sin embargo, predominan los heptasílabos y los
endecasílabos, como es lo normal y lo contemporáneo, dicho sea de paso.
Cuando nos dice “¿Quién teme a Thelma y Louise?” la
verdadera pregunta que nos plantea la autora, a modo de reflexión intrínseca,
es: ¿Quién teme a la mujer y por qué?, y las respuestas nos la dan las mujeres
que pueblan el libro. Pero habría que entender la pregunta como un desafío que
no espera respuesta, porque en el fondo es una afirmación de valentía que recurre
a la ironía para explicarse.
Y
aunque Thelma y Louise, según nos dice Callie Khouri, “Volaron fuera de este
mundo porque nuestra sociedad todavía no es lo suficientemente grande como para
apoyar a las mujeres que se han liberado de todas sus cadenas”, sin embargo,
Mónica Doña se ha quedado aquí para escribir este libro y para tratar de poner
su grano de arena en la lucha que las mujeres tienen con la historia y en la
deuda que ésta tiene con ellas.
Opiniones de lector
Custodio Tejada
12 de Enero de 2018
Opiniones de lector
Custodio Tejada
12 de enero de 2018
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WADI-AS. Periódico informativo de la comarca de Guadix. Nº 40. Marzo de 2018