sábado, 29 de octubre de 2016

APUNTES PARA LA PRESENTACIÓN DE LA MEMORIA AUSENTE. GRANADA COSTA NACIONAL.

APUNTES PARA LA PRESENTACIÓN DE LA MEMORIA AUSENTE. PRIMERA NOVELA DE CUSTODIO TEJADA EN GRANADA COSTA NACIONAL, PERIÓDICO NACIONAL SOCIOCULTURAL.










LA MEMORIA AUSENTE:
PRIMERA NOVELA DE CUSTODIO TEJADA.

Título: La memoria ausente
Editorial: Esdrújula
Páginas: 394


APUNTES PARA LA PRESENTACIÓN DE LA MEMORIA AUSENTE, PRIMERA NOVELA DE CUSTODIO TEJADA.
Una presentación lo que pretende es darle un empujón a la obra para hacerla visible, a la vez que contar una serie de pautas o ideas que hagan más atractiva la lectura del libro que se presenta, cosa que tampoco tiene por qué ser  necesaria para ponerse a leer, dicho sea de paso.
Parto de que toda lectura es relativa, porque la lectura absoluta de un libro es la suma de todas las lecturas posibles que una novela ofrece en el tiempo, por tanto la lectura del autor o de quien sea, es una más entremedias de todas, y no por ello más o menos importante que las de cualquier otro.
Soy un narrador o un poeta en proceso y exigente conmigo mismo, porque en este oficio siempre se está aprendiendo, siempre se está mejorando. (Eso ¿qué quiere decir?) Que para mí lo mejor siempre está por venir, está por hacer, que la mejor obra todavía no la he escrito, lo cual no significa que lo que tenemos entre manos no esté a la altura, al contrario, en mi modesta opinión de padre de la criatura, el libro “La memoria ausente” reúne el interés y la calidad necesarias para disfrutar de ella. Escrita con un buen tono es una obra que te atrapa rápidamente y no defrauda.
Dice una cita de VIRGINIA WOLF: “Una buena novela es cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos. Tiene que ponernos quizás incómodos y ciertamente alerta.” Si tenemos esto en cuenta, la novela va por el buen camino.
Claro que el estilo de un escritor emana de su carácter, de su concepción del mundo, de su cultura, de sus vivencias, de sus lecturas y por supuesto de su imaginación, ingredientes todos ellos que sazonan de alguna manera el proceso creativo de la escritura. Pero no olvidemos que toda obra narrativa es una construcción verbal y no un trozo de realidad, es una ficción.
Habrá quien busque al autor entre las páginas, y es cierto que puede haber algo de él disperso por aquí o por allí; pero La memoria ausente, o diario retrospectivo de un senderista cojo (como la titula Manuel Darío, el protagonista-narrador) es una obra de ficción, y como tal hay que leerla, sin más. Y como toda obra de arte, su grandeza radica en haber conseguido crear una vida aparte, con existencia propia, que no le debe ni le pertenece a nadie, salvo a sí misma y a Manuel Darío.
Todo el mundo tiene recuerdos inventados que valen lo mismo que los que son más ciertos, ya que unos y otros forman parte de su bagaje existencial. Cuando se escriben unas memorias o un diario, real o falso, lo que más importa es que sea apasionante. Y desde ahí, nuestro protagonista-narrador consigue esa dosis de emoción y pálpito que esparce por todo el texto y que la hace potente, amena y atractiva.
Detrás de un libro hay muchas horas de esfuerzo y entusiasmo. El objetivo que te marcas es la construcción de una historia que además de atractiva y entretenida resulte verosímil. Desde el principio dos temas muy actuales me revoloteaban en la cabeza: el alzhéimer y el senderismo; y es desde ahí  de donde surge todo, como marco que encuadra el conjunto. Esos dos hilos fundamentalmente, entrelazados con otros, forman el tejido de La memoria ausente
Para saber lo que tenemos entre manos y de lo que estamos hablando os dejo aquí la sinopsis que aparece en la contraportada de la novela, y que arroja luz para encarar su lectura y avanzar en esta presentación: “La memoria ausente es, ante todo, la autobiografía de Manuel Darío, un senderista sui géneris, enfermo de alzhéimer pero lleno de vida, que decide contarnos sus peripecias vitales y pensamientos a modo de diario retrospectivo, con la única intención de vencer al destino y hacerse inmortal. Encontraréis multitud de aventuras, unas más cómicas y otras más trágicas; capítulos emotivos o románticos junto a otros casi policiacos con su dosis de suspense; textos con un toque costumbrista junto a otros más ensayísticos o poéticos; algunos seudocientíficos o periodísticos; traiciones, crímenes, sexo, ironía, mucho sentido del humor, amistad, pasión y algo de tristeza: como la vida misma. Un poco de todo para que, como advierte el protagonista, el aburrimiento no os empuje a cerrar el libro.”
Y si hubiera que hacer una síntesis más extrema que la sinopsis todavía, yo diría que la palabra clave que aúna el sentido último de la novela es “caminar o camino” en sus distintas apariencias. Y la idea germinal de la novela o el leitmotiv de la obra es que en la vida todo es camino, un camino de aprendizaje y transformación continua, siempre en un proceso cambiante y en movimiento hasta el final, de superación y búsqueda, de dignidad y coraje, de esperanza y paciencia, de victoria y derrota; un camino en busca de la felicidad
- Dice Antonio Muñoz Molina que “casi todas las novelas tienen sus semillas en la Odisea de Homero”. Aprovechando el paralelismo, el protagonista narrador de “La memoria ausente”, en un alarde de sinceridad absoluta, nos expone su verdad y su experiencia individual para compartirla con el lector, que es su confidente y su cómplice. Como un Ulises sui géneris (en su Odisea particular, su lucha contra el alzhéimer) el personaje protagonista y narrador Manuel Darío busca desde la nostalgia su pasado y su memoria, como si esta fuera la casa a la que quiere volver, a reencontrarse consigo mismo y sus recuerdos de lo que ha sido, ha sentido y ha pensado, antes que lo olvide todo y desaparezca por culpa de una enfermedad horrible y cruel como es el alzhéimer. Y como un Ulises particular, MD recorre ese camino hacia la inmortalidad y contra el olvido, sin saber si llegará a tiempo de terminar de contarnos su historia, que es al fin y al cabo su camino y su hogar; porque escribir esta novela es para nuestro protagonista su verdadera isla de Ítaca, es su gran aventura o su gran viaje.
         Es una novela escrita con todos los sentidos, con el tono adecuado y con la verosimilitud necesaria para hacer de ella un gran relato. Tiene una lectura más divertida, lúdica y entretenida, y luego, si queremos y nos apetece, tiene otra más metafísica y reflexiva, que se entrelazan la una con la otra formando un tejido de reacciones y emociones que te harán palpitar y pasar un buen rato.
         No es una novela que se caiga de las manos, una vez que la abres te atrapa y te seduce, porque de alguna manera convierte al lector en confidente. El protagonista-narrador sabe que su plan salvífico (de sobrevivir a la enfermedad y reírse del destino pasa por escribir sus memorias) pero solo tendrá éxito si hay un lector al otro lado de la página, si hay alguien que lea este diario retrospectivo; porque su triunfo consiste en vivir a través del lector, al que convierte en un personaje más de la trama.
         Este libro no es sólo una narración de sucesos y emociones, con una estética y un pensamiento, sino que es una visión del mundo que comparte con nosotros su protagonista. Manuel Darío, ese senderista del olvido, no solo nos deja en testamento su vida; sino que también nos da una cosmovisión y una conciencia, nos entrega su mundología para que hagamos con ella lo que nos plazca. Ese es su gran legado: dejar por escrito la esencia de su ser para ser comido y devorado  por el lector y vivir así a través de él. Un libro que te convierte a ti, estimado lector, en testigo y amigo de sus andanzas, y por tanto, también en cómplice de su plan.
            De ágil y divertida lectura, con un lenguaje sencillo y situaciones coloquiales, es una obra en la que ocurren sucesos, en la que fluye el pensamiento y la vida de los personajes en cada página, lo que la hace más amena y atractiva, más cercana y creíble. Es un libro lleno de recursos narrativos, donde van y vienen muchos subgéneros dentro de ella; con diferentes niveles, es decir, dentro de la historia luego se cuentan otras historias. Escrita in media res, la trama se inicia en un tiempo ya avanzado del argumento, cuando le diagnostican la enfermedad (alzhéimer) al personaje principal y narrador), y desde ahí se proyecta hacia el pasado y hacia el futuro inmediato que le espera.

La novela puede catalogarse de varias formas; según su extensión, contenido, según su narrador:
a)-Según su estructura, LA MEMORIA AUSENTE está dividida en capítulos, escritos a fogonazos y con cierto desorden en algún momento del relato (tal y como corresponde a la premisa de una escritura hecha por un enfermo de Alzhéimer). Narrada como un diario retrospectivo de un senderista sui generis, enfermo pero que está lleno de vida.
b)-Según el narrador,  está contada en primera persona por el personaje protagonista, Manuel Darío, narrador autodiegético, que de forma autobiográfica nos cuenta su vida y sus pensamientos, a modo de novela de aprendizaje. Pero La memoria ausente va más allá de una novela autobiográfica, ya que dentro de ella hay muchas pinceladas de otros subgéneros; en alguna medida podríamos clasificarla como una novela de aventuras, de viajes, con dejes picarescos, ensayísticos, eróticos, costumbristas, satíricos, psicológicos, intelectuales  (ya que se carga de ideas y trata de profundizar en el conocimiento del hombre); pero también tiene pinceladas líricas, realistas, metaliterarias … La manera en que la información se administra al lector en esta novela es sin duda uno de sus puntos fuertes. Los personajes principales están trazados a la perfección, otros más secundarios, como corresponden a una autobiografía, están certeramente esbozados para transmitir lo que quiere el narrador en cada momento.
         c)-Según el discurso narrativo, unas veces con estilo directo y otras indirecto, puede clasificarse tanto como una novela de acción (porque los acontecimientos acaparan pronto el interés del lector), como de personaje (ya que en algún sentido la psicología y los problemas del protagonista subordinan todo lo demás), así como también una novela de espacios (donde abundan descripciones de lugares y ambientes).
La memoria ausente no presenta una ordenación clásica con exposición, nudo y desenlace, sino que aparece fragmentada y yuxtapone escenas o episodios. Utiliza narración, descripción, también algo de diálogos, monólogos, presenta una evolución temporal con cierto desorden en algunos momentos. Dividida en capítulos, con un relato trepidante para no ser un thriller, por cómo acontecen y se cuentan las cosas, es a lo que me refiero. Hay páginas que estremecen, otras hacen pensar o imaginar, o nos permiten aprender cosas, nos sugieren preguntas o nos piden respuestas… Con técnicas de suspensión con las que se capta el interés del lector, se sostiene una intriga por ver qué va a pasar, qué nos va a contar el narrador en la siguiente página, hacia dónde va a ir; que para nuestro asombro siempre nos va a sorprender porque no vamos a saber por dónde nos va a salir ni adónde nos va a llevar, cosa que se agradece porque así nos tiene en vilo con el argumento, y tenemos ganas de continuar leyendo.  Incluso pienso, que cuando llegas a la última página, te quedas con ganas de más.
Si desde el Romanticismo para acá, incluso ya Aristóteles lo decía, el fin primordial de la literatura es gustar y una buena obra es la que gusta, la que describe grandes pasiones y profundos problemas, o la que defiende una causa justa. Si la novela se ha convertido en la actualidad en el estudio del alma humana y de las relaciones sociales, en reflexión filosófica, en reportaje, o en testimonio o mero divertimento. Desde esta premisa, La memoria ausente, pienso yo, que es una buena obra porque te hará reír, pensar, llorar, discrepar… y te llevará a todos esos lugares anteriormente mencionados.
Escribir una novela supone un intento de desentrañar y desvelar los códigos ocultos de la realidad y de la fantasía, supone, meterse en el pellejo de los otros (los personajes) e intentar crear una nueva realidad diferente a todas las demás. Los personajes siempre en conflicto con el autor, no siempre van por donde el autor quiere, tienen vida propia y deciden por sí mismos, se vuelven caprichosos y campan a sus anchas llevando al autor por donde a ellos les da la gana en muchísimas ocasiones.
Es un libro marcado por las ausencias y las pérdidas que va sufriendo el protagonista (como sucede en todas las vidas, esto no es nada nuevo ni raro) que se convierten en caídas de las que intenta resurgir y levantarse como un ave fénix, para continuar con su camino y con la historia de su vida. 
El ambiente es extenso, la acción se desarrolla en muchos lugares que se presentan de un modo indeterminado la mayoría de las veces, para no hacer referencia a ningún lugar concreto, y el tiempo abarca toda una vida (que sucede en una época también más o menos indeterminada, pero que se puede intuir).
Los grandes temas de la novela, como no podía ser de otra manera, son los mismos de siempre, está ya todo inventado; son los temas universales:  el amor, el sexo, la muerte, el tiempo, la amistad, la lealtad, la envidia, la soledad, las pérdidas…, y en especial la memoria, los recuerdos o el olvido, todo aderezado con el camino como idea clave, el senderismo que todo lo enmarca como leitmotiv, ya que MD convierte su enfermedad en otra forma de hacer senderismo a través de sus neuronas y de nuestra lectura, yendo de una mente a otra.
Y por último, para despedirme, os animo a que leáis La memoria ausente, y si os gusta, os animo con más fuerza a que lo digáis, a que la compartáis para que disfruten otros lectores. Que hagas del  boca a boca su mejor premio, una buena carta de recomendación. Gracias.
Custodio Tejada