LA
MEMORIA AUSENTE:
PRIMERA
NOVELA DE CUSTODIO TEJADA.
Título: La memoria ausente
Editorial: Esdrújula
Páginas: 394
APUNTES PARA LA PRESENTACIÓN
DE LA MEMORIA AUSENTE, PRIMERA NOVELA DE CUSTODIO TEJADA.
Una presentación lo que pretende es darle un empujón
a la obra para hacerla visible, a la vez que contar una serie de pautas o ideas
que hagan más atractiva la lectura del libro que se presenta, cosa que tampoco
tiene por qué ser necesaria para ponerse
a leer, dicho sea de paso.
Parto de que toda lectura es relativa, porque la
lectura absoluta de un libro es la suma de todas las lecturas posibles que una
novela ofrece en el tiempo, por tanto la lectura del autor o de quien sea, es
una más entremedias de todas, y no por ello más o menos importante que las de
cualquier otro.
Soy un narrador o un poeta en proceso y exigente
conmigo mismo, porque en este oficio siempre se está aprendiendo, siempre se
está mejorando. (Eso ¿qué quiere decir?) Que para mí lo mejor siempre está por venir,
está por hacer, que la mejor obra todavía no la he escrito, lo cual no
significa que lo que tenemos entre manos no esté a la altura, al contrario, en
mi modesta opinión de padre de la criatura, el libro “La memoria ausente” reúne
el interés y la calidad necesarias para disfrutar de ella. Escrita con un buen
tono es una obra que te atrapa rápidamente y no defrauda.
Dice una cita de VIRGINIA WOLF: “Una buena novela es
cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo
entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos.
Tiene que ponernos quizás incómodos y ciertamente alerta.” Si tenemos esto en
cuenta, la novela va por el buen camino.
Claro que el estilo de un escritor emana de su
carácter, de su concepción del mundo, de su cultura, de sus vivencias, de sus
lecturas y por supuesto de su imaginación, ingredientes todos ellos que sazonan
de alguna manera el proceso creativo de la escritura. Pero no olvidemos que
toda obra narrativa es una construcción verbal y no un trozo de realidad, es
una ficción.
Habrá quien busque al autor entre las páginas, y es
cierto que puede haber algo de él disperso por aquí o por allí; pero La memoria ausente, o diario retrospectivo
de un senderista cojo (como la titula Manuel Darío, el protagonista-narrador)
es una obra de ficción, y como tal hay que leerla, sin más. Y como toda obra de
arte, su grandeza radica en haber conseguido crear una vida aparte, con
existencia propia, que no le debe ni le pertenece a nadie, salvo a sí misma y a
Manuel Darío.
Todo el mundo tiene recuerdos inventados que valen
lo mismo que los que son más ciertos, ya que unos y otros forman parte de su
bagaje existencial. Cuando se escriben unas memorias o un diario, real o falso,
lo que más importa es que sea apasionante. Y desde ahí, nuestro
protagonista-narrador consigue esa dosis de emoción y pálpito que esparce por
todo el texto y que la hace potente, amena y atractiva.
Detrás de un libro hay muchas horas de esfuerzo y
entusiasmo. El objetivo que te marcas es la construcción de una historia que
además de atractiva y entretenida resulte verosímil. Desde el principio dos
temas muy actuales me revoloteaban en la cabeza: el alzhéimer y el senderismo;
y es desde ahí de donde surge todo, como
marco que encuadra el conjunto. Esos dos hilos fundamentalmente, entrelazados
con otros, forman el tejido de La memoria ausente
Para saber lo que tenemos entre manos y de lo que
estamos hablando os dejo aquí la sinopsis que aparece en la contraportada de la
novela, y que arroja luz para encarar su lectura y avanzar en esta presentación:
“La memoria ausente es, ante todo, la autobiografía de Manuel Darío, un
senderista sui géneris, enfermo de alzhéimer pero lleno de vida, que decide
contarnos sus peripecias vitales y pensamientos a modo de diario retrospectivo,
con la única intención de vencer al destino y hacerse inmortal. Encontraréis
multitud de aventuras, unas más cómicas y otras más trágicas; capítulos
emotivos o románticos junto a otros casi policiacos con su dosis de suspense;
textos con un toque costumbrista junto a otros más ensayísticos o poéticos;
algunos seudocientíficos o periodísticos; traiciones, crímenes, sexo, ironía,
mucho sentido del humor, amistad, pasión y algo de tristeza: como la vida
misma. Un poco de todo para que, como advierte el protagonista, el aburrimiento
no os empuje a cerrar el libro.”
Y si hubiera que hacer una síntesis más extrema que
la sinopsis todavía, yo diría que la palabra clave que aúna el sentido último de
la novela es “caminar o camino” en sus distintas apariencias. Y la idea germinal
de la novela o el leitmotiv de la obra es que en la vida todo es camino,
un camino de aprendizaje y transformación continua, siempre en un proceso cambiante
y en movimiento hasta el final, de superación y búsqueda, de dignidad y coraje,
de esperanza y paciencia, de victoria y derrota; un camino en busca de la
felicidad
-
Dice Antonio Muñoz Molina que “casi
todas las novelas tienen sus semillas en la Odisea de Homero”. Aprovechando el
paralelismo, el protagonista narrador de “La memoria ausente”, en un alarde de
sinceridad absoluta, nos expone su verdad y su experiencia individual para
compartirla con el lector, que es su confidente y su cómplice. Como un Ulises
sui géneris (en su Odisea particular, su lucha contra el alzhéimer) el
personaje protagonista y narrador Manuel Darío busca desde la nostalgia su
pasado y su memoria, como si esta fuera la casa a la que quiere volver, a
reencontrarse consigo mismo y sus recuerdos de lo que ha sido, ha sentido y ha
pensado, antes que lo olvide todo y desaparezca por culpa de una enfermedad
horrible y cruel como es el alzhéimer. Y como un Ulises particular, MD recorre
ese camino hacia la inmortalidad y contra el olvido, sin saber si llegará a
tiempo de terminar de contarnos su historia, que es al fin y al cabo su camino
y su hogar; porque escribir esta novela es para nuestro protagonista su
verdadera isla de Ítaca, es su gran aventura o su gran viaje.
Es una novela escrita con todos los
sentidos, con el tono adecuado y con la verosimilitud necesaria para hacer de
ella un gran relato. Tiene una lectura más divertida, lúdica y entretenida, y
luego, si queremos y nos apetece, tiene otra más metafísica y reflexiva, que se
entrelazan la una con la otra formando un tejido de reacciones y emociones que
te harán palpitar y pasar un buen rato.
No es una novela que se caiga de las
manos, una vez que la abres te atrapa y te seduce, porque de alguna manera
convierte al lector en confidente. El protagonista-narrador sabe que su plan
salvífico (de sobrevivir a la enfermedad y reírse del destino pasa por escribir
sus memorias) pero solo tendrá éxito si hay un lector al otro lado de la
página, si hay alguien que lea este diario retrospectivo; porque su triunfo
consiste en vivir a través del lector, al que convierte en un personaje más de
la trama.
Este libro no es sólo una narración de
sucesos y emociones, con una estética y un pensamiento, sino que es una visión
del mundo que comparte con nosotros su protagonista. Manuel Darío, ese
senderista del olvido, no solo nos deja en testamento su vida; sino que también
nos da una cosmovisión y una conciencia, nos entrega su mundología para que
hagamos con ella lo que nos plazca. Ese es su gran legado: dejar por escrito la
esencia de su ser para ser comido y devorado
por el lector y vivir así a través de él. Un libro que te convierte a
ti, estimado lector, en testigo y amigo de sus andanzas, y por tanto, también
en cómplice de su plan.
De ágil y divertida
lectura, con un lenguaje sencillo y situaciones coloquiales, es una obra en la
que ocurren sucesos, en la que fluye el pensamiento y la vida de los personajes
en cada página, lo que la hace más amena y atractiva, más cercana y creíble. Es
un libro lleno de recursos narrativos, donde van y vienen muchos subgéneros
dentro de ella; con diferentes niveles, es decir, dentro de la historia luego
se cuentan otras historias. Escrita in media res, la trama se inicia en un
tiempo ya avanzado del argumento, cuando le diagnostican la enfermedad
(alzhéimer) al personaje principal y narrador), y desde ahí se proyecta hacia
el pasado y hacia el futuro inmediato que le espera.
La
novela puede catalogarse de varias formas; según su extensión, contenido, según
su narrador:
a)-Según su estructura, LA MEMORIA AUSENTE
está dividida en capítulos, escritos a fogonazos y con cierto desorden en algún
momento del relato (tal y como corresponde a la premisa de una escritura hecha
por un enfermo de Alzhéimer). Narrada como un diario retrospectivo de un
senderista sui generis, enfermo pero que está lleno de vida.
b)-Según el narrador, está contada en primera persona por el
personaje protagonista, Manuel Darío, narrador autodiegético, que de forma
autobiográfica nos cuenta su vida y sus pensamientos, a modo de novela de
aprendizaje. Pero La memoria ausente va más
allá de una novela autobiográfica, ya que dentro de ella hay muchas pinceladas
de otros subgéneros; en alguna medida podríamos clasificarla como una novela de
aventuras, de viajes, con dejes picarescos, ensayísticos, eróticos, costumbristas,
satíricos, psicológicos, intelectuales
(ya que se carga de ideas y trata de profundizar en el conocimiento del
hombre); pero también tiene pinceladas líricas, realistas, metaliterarias … La
manera en que la información se administra al lector en esta novela es sin duda
uno de sus puntos fuertes. Los personajes principales están trazados a la
perfección, otros más secundarios, como corresponden a una autobiografía, están
certeramente esbozados para transmitir lo que quiere el narrador en cada
momento.
c)-Según el discurso narrativo,
unas veces con estilo directo y otras indirecto, puede clasificarse tanto como
una novela de acción (porque los acontecimientos acaparan pronto el interés del
lector), como de personaje (ya que en algún sentido la psicología y los
problemas del protagonista subordinan todo lo demás), así como también una
novela de espacios (donde abundan descripciones de lugares y ambientes).
La memoria ausente no presenta una ordenación
clásica con exposición, nudo y desenlace, sino que aparece fragmentada y
yuxtapone escenas o episodios. Utiliza narración, descripción, también algo de
diálogos, monólogos, presenta una evolución temporal con cierto desorden en
algunos momentos. Dividida en capítulos, con un relato trepidante para no ser
un thriller, por cómo acontecen y se cuentan las cosas, es a lo que me refiero.
Hay páginas que estremecen, otras hacen pensar o imaginar, o nos permiten
aprender cosas, nos sugieren preguntas o nos piden respuestas… Con técnicas de
suspensión con las que se capta el interés del lector, se sostiene una intriga
por ver qué va a pasar, qué nos va a contar el narrador en la siguiente página,
hacia dónde va a ir; que para nuestro asombro siempre nos va a sorprender
porque no vamos a saber por dónde nos va a salir ni adónde nos va a llevar,
cosa que se agradece porque así nos tiene en vilo con el argumento, y tenemos
ganas de continuar leyendo. Incluso
pienso, que cuando llegas a la última página, te quedas con ganas de más.
Si desde el Romanticismo para acá, incluso ya
Aristóteles lo decía, el fin primordial de la literatura es gustar y una buena
obra es la que gusta, la que describe grandes pasiones y profundos problemas, o
la que defiende una causa justa. Si la novela se ha convertido en la actualidad
en el estudio del alma humana y de las relaciones sociales, en reflexión
filosófica, en reportaje, o en testimonio o mero divertimento. Desde esta
premisa, La memoria ausente, pienso yo, que es una buena obra porque te hará
reír, pensar, llorar, discrepar… y te llevará a todos esos lugares
anteriormente mencionados.
Escribir una novela supone un intento de desentrañar
y desvelar los códigos ocultos de la realidad y de la fantasía, supone, meterse
en el pellejo de los otros (los personajes) e intentar crear una nueva realidad
diferente a todas las demás. Los personajes siempre en conflicto con el autor,
no siempre van por donde el autor quiere, tienen vida propia y deciden por sí
mismos, se vuelven caprichosos y campan a sus anchas llevando al autor por
donde a ellos les da la gana en muchísimas ocasiones.
Es un libro marcado por las ausencias y las pérdidas
que va sufriendo el protagonista (como sucede en todas las vidas, esto no es
nada nuevo ni raro) que se convierten en caídas de las que intenta resurgir y
levantarse como un ave fénix, para continuar con su camino y con la historia de
su vida.
El ambiente es extenso, la acción se desarrolla en
muchos lugares que se presentan de un modo indeterminado la mayoría de las
veces, para no hacer referencia a ningún lugar concreto, y el tiempo abarca
toda una vida (que sucede en una época también más o menos indeterminada, pero
que se puede intuir).
Los grandes temas de la novela, como no podía ser de
otra manera, son los mismos de siempre, está ya todo inventado; son los temas
universales: el amor, el sexo, la
muerte, el tiempo, la amistad, la lealtad, la envidia, la soledad, las pérdidas…,
y en especial la memoria, los recuerdos o el olvido, todo aderezado con el
camino como idea clave, el senderismo que todo lo enmarca como leitmotiv, ya
que MD convierte su enfermedad en otra forma de hacer senderismo a través de
sus neuronas y de nuestra lectura, yendo de una mente a otra.
Y por último, para despedirme, os animo a que leáis
La memoria ausente, y si os gusta, os animo con más fuerza a que lo digáis, a
que la compartáis para que disfruten otros lectores. Que hagas del boca a boca su mejor premio, una buena carta
de recomendación. Gracias.
Custodio
Tejada