viernes, 12 de diciembre de 2025

MADERA DE DERIVA de Ángel Olgoso.

 

MADERA DE DERIVA de Ángel Olgoso. 

OPINIONES DE UN LECTOR. Por Custodio Tejada Cruz.



MADERA DE DERIVA de Ángel Olgoso. Editorial Libros del Innombrable. 192 páginas y 36 textos/relatos, casi todos dedicados. El libro, lleno de “emociones y maravillas”, está escoltado por el “Prologuillo hecho con astillas” de Oscar Esquivias y una sinopsis en la contraportada de Eloy Tizón, tres gigantes reunidos de nuestras letras en un palmo de papel. La portada es un collage del propio autor, coloreado por Marina Tapia. Una imagen onírica que nos hace viajar por los sueños con final incierto y un toque surrealista. Es un texto híbrido por el que mientras lees lo mismo transitas por la poesía, la opinión, el cuento, las memorias, los viajes, la crítica, la metaliteratura… En 2025 publica ESTIGIA en Eolas Ediciones  (252 páginas y 99 relatos) y Madera de deriva, y así, a la vez, hace balance entre su debe y su haber como escritor y expande su cuenta de resultados. Su escritura seductora no te dejará indiferente.

 

Yo soy un lector de retales, y ¿por qué digo que soy un lector de retales? Porque como mucho uno puede leer unas cuantas obras completas de un puñado de autores sin morir de empacho o de viejo. Por lo general ningún lector lee obras completas, lee de aquí y de allá,  y picotea con ahínco donde más le gusta y se encuentra cómodo. Pocos pueden ser los lectores que cogen unas obras completas de un autor y cuando las acaba va a por las de otro y así hasta que no acaba unas no empieza las otras. Por lo que ningún lector es un lector absoluto, jamás habrá un lector absoluto, por falta de tiempo y de ganas, simple y llanamente. Y para colmo ese mundo editorial que no se detiene. Entonces uno descubre que no vivirá para contarlo sin morir antes en el intento, y descansa enormemente sabiendo que jamás será un lector absoluto porque jamás podrá leerlo todo. Por lo que el síndrome del lector total se desvanece y la ansiedad y el estrés también. Ya uno lee sin prisas y sin complejos. Aunque al otro lado tenemos el síndrome del lector selecto, que no deja espacio para los no consagrados, y solo busca las listas de los mejores libros o de los más vendidos. Así que todos somos lectores de retales, lectores de saldos o antologías, lectores tránsfugas y pasajeros que esperan en un viejo andén el paso de un nuevo libro o un nuevo autor que nos lleve por los raíles del asombro y la belleza. Por lo que todos somos víctimas y verdugos de nuestro afán lector, entendido éste como un síndrome o enfermedad incurable. Nadie lee por generosidad literaria, sino por egoísmo lingüístico y compulsivo. El lenguaje es nuestro alimento favorito. Lo necesitamos para vivir, sin sus nutrientes no somos nada ni nadie. Nuestra alma está hecha de relatos, de poemas, de historias, de aforismos y de palabras que se traducen en pensamientos y sentimientos.

Son muchas las apreciaciones aparecidas sobre la obra de Ángel Olgoso. Oscar Esquivias nos advierte en su prologuillo que este libro es “variopinto, raro, sabio, misterioso, lleno de fervor por la literatura, en el que relata historias reales que parecen fábulas y cuentecillos con aspecto de noticias o crónicas”, “cada texto debe ser leído como si fuera un cuento o un poema”. Y Eloy Tizón, en la contraportada, dice: “Ángel Olgoso tiene el coraje de dar un volantazo inesperado a su prosa e internarse por territorios de hibridación y humor melancólico, con la libertad y maestría del que ya no necesita demostrar nada… Madera de deriva es un modelo de cuento desabrochado y libre en el que no escatima los juegos con la Historia y la ciencia, la cita culta y oportuna ni la imaginación metaliteraria”. Para Jaime Lechuga, ilustrador de Estigia, Madera de deriva es “destilación purísima de la literatura (microrrelato, libro de viaje, teoría literaria, memorias, crítica social, poesía, artículo de opinión…)  Para Francisco Morales Lomas (publicado en el suplemento Cuadernos del sur del Diario de Córdoba) con Madera de deriva “se inicia una nueva etapa en la que los elementos autobiográficos poseen un espacio e identidad propia tanto como la reflexión metaliteraria”, “es una obra enormemente rica, heterodoxa, plural…” Para Jesús Ortega es una “hermosa miscelánea… Con sus ensayos narrativizados y sus narraciones ensayísticas, con sus evocaciones, sus crónicas, sus textos memorialísticos, sus notas de lectura, sus poemas en prosa, sus ensayos de poética personal. Marina Tapia dice de Madera de deriva que es un conjunto de “narraciones híbridas, frescas, empapadas, embebidas y sin complejos, armonizadas por una voz que arroja con su minuciosidad detalles, referencias y citas”, lleno de “humor e ironía marca de la casa”, “de los ecos y resonancias de otros maestros”, “un equilibrio entre pensamiento y vida”. Así que con estas mimbres críticas el lector no tiene excusas para hincarle el diente a esta exquisitez.

Ángel Olgoso, en este nuevo volumen de su aventura literaria, da fe y levanta acta de sus emociones, de sus miradas y pensamientos. Y así va como un náufrago a la deriva del lenguaje y en busca del lector, yendo de la Dehesa del Camarate en Lugros a la librería Babel en Granada, a vuelapluma y volando en una alfombra de palabras y frases. Se convierte en un cicerone para llevarnos de la palabra precisa a la imagen locuaz y viceversa. Porque Madera de deriva es un viaje físico y emocional, por el lenguaje, pero también por la experiencia o la memoria, por el conocimiento y la biografía, un perfecto artefacto lingüístico repleto de vida y anécdotas. Una existencia escrita que fluye desde textos como “Glosario” (p. 25) a otros como “Chile en el corazón” (p. 29) con un trato más costumbrista, que funciona como un relato de viaje o un retrato de familia.  Unos más críticos e irónicos como Besos de fantasmas, Los fuegos fatuos o La pocilga de la facilidad (donde hace un retrato peculiar del mundo literario y su intemperie) y otros más metaliterarios como Los cigarrillos mentolados de Julio Ramón Ribeyro. El autor expande los límites del conocimiento y disuelve lo real y lo imaginado, el mito y el logos, con su narrativa detectivesca, como si fuera un Borges o un Bolaños. Ángel juega con el lector y se convierte en un autor que funciona como un club de lectura, siempre en sintonía y confidencia con el lector amigo, en complicidad, al que le gusta llevar y traer por sus andanzas lectoras y vitales como un Quijote para hacerle sentir inteligente cuando juega con él, especialmente lo digo por lo que tiene la escritura de Ángel Olgoso de juego erudito, metaliterario y humorístico, pero también de satírico e irónico. Ya que por sus páginas transitan un sinfín de nombres, obras, lugares, intenciones y momentos.

Si en Madera de deriva, una nueva entrega “de cuento desabrochado y libre”, Ángel se presenta ante sus lectores, escoltado por los grandes Óscar Esquivias en el prólogo y Eloy Tizón en la contraportada, formando un trío de ases literarios; en Estigia, una nueva recopilación y reorganización de sus antiguos relatos, le acompaña el magnífico prólogo de Ana María Shua. Estigia lo ha publicado en Eolas Ediciones, con 252 páginas y 99 relatos. Una nueva presentación de su legado, quizá la ordenación definitiva para reposar en sus obras completas.

En la portada de Estigia nos espera Caronte y su barcaza, en una posición de ida, que no de vuelta, casi invitándonos a que subamos en ella, quizá como metáfora lectora y sinestesia entre ilustración y escritura, entre sentidos y sentimientos. La imagen es de Jaime Lechuga Rodríguez del Castillo. En cambio, la portada de Madera de deriva es más onírica, incluso psicoanalítica. Un galeón con todo su velamen abierto surca el mar a todo pulmón, un rosetón gótico entre las nubes a modo de astro que recuerda a una catedral de aire, y como un sueño o pesadilla, a modo de naufragio o deriva dos manos con dos tenedores que imaginan ser dos barquitos de vela ligera, una de esas manos sujeta a una dama. Es un collage del propio autor coloreado por Marina Tapia.

Y es que, parafraseando a Marina Tapia en la página 36, el destino de todos los lectores quizá no sea tanto un lugar o un libro, sino estar junto a los escritores que los han seducido y encandilado, en una especie de metempsicosis lectora o bibliográfica, según haya sido la vida lectora de cada cual. Si esto fuera así, Ángel Olgoso ocuparía un lugar distinguido en ese territorio biblioteca y nosotros con él, porque los lectores transmigran sus almas a los autores que les hacen volar.

Ángel escribe sobre sí mismo, sobre su vida, sobre la madera de su vida que es deriva de trastos y nombres, de libros y recuerdos, de alegrías y desengaños, o sea, de su camino itinerario por el lenguaje y la biografía convertida en un vestigio. La vida también se escribe, como diría Pirandello, pero yo creo que muchas veces se lee más que se vive. Madera de deriva es un intento por preservar el pasado con las bolitas de alcanfor que resultan ser las palabras en las manos de Ángel Olgoso, otra forma de retener el tiempo y detener el olvido. Y como buen pintor de palabras que es, sabe llenar sus textos de pinceladas metaliterarias, satíricas, costumbristas, poéticas, humorísticas, irónicas… Porque el ingenio y la destreza de Olgoso no dejará de sorprenderte y encandilarte por mucho que lo leas. Cualquier libro suyo merece una tarde de mesa camilla y brasero.

 

OPINIONES DE UN LECTOR

Custodio Tejada Cruz

Noviembre de 2025

TODOLITERATURA

https://www.todoliteratura.es/noticia/61857/criticas/madera-de-deriva-de-angel-olgoso.html





sábado, 22 de noviembre de 2025

LA LUNA EN EL OLIVAR (Cancionero de haikus) de José Antonio Santano

 LA LUNA EN EL OLIVAR (Cancionero de haikus) de José Antonio Santano. 

OPINIONES DE UN LECTOR. Por Custodio Tejada.




LA LUNA EN EL OLIVAR (Cancionero de haikus), de José Antonio Santano. Delicadamente editado en pasta dura por Editorial Alhulia, con la colaboración de Rocanjull Inversiones y el Ayuntamiento de Castillo de Locubín. 275 páginas y  205 haikus, uno en cada página. El libro comienza con una fotografía del autor, después su currículo, luego una Nota del autor donde explica y agradece. Un prólogo de Salvador Compán y un epílogo de Jesús L. Serrano Reyes acompañan el viaje lector, como un abrazo a sus haikus y al autor. Previamente dos dedicatorias llenan la lectura de una atmósfera sentimental, una en homenaje al olivo y otra a su familia: madre, esposa, hijos y nietos. La ilustración de la portada, un olivo, es de Francisco Ariza Arcas. Y en la contraportada cierran o abren el libro unas palabras de Ramón Andrés donde podemos leer que “Los haikus de José Antonio Santano deben leerse como una alianza del instante”.

Son muchos los autores que han alabado y escrito sobre el haiku y su camino, pero me gustaría traer aquí a Antonio Rivero Taravillo, recientemente fallecido, como una especie de homenaje y de rendida admiración. Decía Antonio, en el artículo “El auge del haiku en español” publicado en Letra Global, que “El haiku es la tornavuelta de esa manía nipona de la imitación y la apropiación, en la que los naturales del país del Sol Naciente han demostrado una agudizada excelencia, para empezar, con el propio haiku, que surge de formas adoptadas de China. Si allí copian transistores y aparatos en general, en todo Occidente se ha replicado esa otra maquinaria perfecta que es el haiku (precisa caja de música de 17 sílabas y un único asombro)”.

Dice Octavio Paz en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura: “Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y se desvanece, vuelto un puñado de sílabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia.” Y así es como Santano atrapa aquí el momento detenido en el tiempo y en el espacio, a través de solo tres versos, en un solo cancionero de haikus, como el misterio de un viaje que va más hacia lo semántico lingüístico que hacia la naturaleza.

Una letanía de haikus que giran en torno al olivo y su espiritualidad nos esperan dentro, alternando ilustraciones de olivos en blanco y negro, algunos impregnados por intertextualidades y guiños a Atenea, Ulises, Minerva, Machado, Lorca, Góngora, Cervantes, Berlanga, Miguel Hernández, Zabaleta, Manuel Peñalver, Inma Morales, Juan de Aranda… Pero también nos llevan a lugares como el Guadalquivir, Duero, Andalucía, Medina Azahara, la Mezquita, la Alhambra, Baena, Córdoba, Iponuba, Colliure, Víznar, Sagunto, Tabernas, Málaga, Huelva, Jaén, Cádiz, Locubín, Guadajoz, Aragón… Nombres que actúan como un hermanamiento en un viaje metapoético y metaliterario. “Es la novela/ como un gran olivar/ en López Barrios.” –escribe en la página 262. Un libro de haikus convertidos en ecos, porque te llevan a otro aquí y a otro ahora que no es en el que está el autor físicamente. El haiku convertido en una puerta pluridimensional y del pensamiento, o en un transbordador espacio-temporal o máquina del tiempo y del corazón. Un libro que actúa como un cancionero de haikus, de palabras de aceituneros altivos y de poeta siempre en obras. Si en Japón el haiku le canta al cerezo y su sakura-yozakura, aquí, en el cancionero de José Antonio Santano, es el olivo y la aceituna, su fruto, quienes alcanzan el protagonismo lírico para erigirse en faros espirituales, en símbolos del peregrinaje literario y vital del autor. “Desprende el haiku/ el aroma de olivas/ recién prensadas.” –leemos en la página 27. Y es que escribir un haiku es establecer un pacto entre el poeta y la realidad volátil, escapista y fugaz, una forma de dar testimonio de la fragilidad del tiempo y las emociones, de alcanzar la transcendencia,  de sellar un pacto sentipensante. “Por las mañanas/ el río entre olivares/ del pensamiento.” –en la página 31, o “Noches de estío:/ Los olivos alumbran/ los pensamientos./  –en la 196.  Y eso es lo que hace nuestro autor a través de su estro poético, dar fe y testimonio de su mirada, su presencia y sus lecturas. Sus versos tienen algo de reencuentro, de viaje retrotópico y a la vez utópico. Y así podemos leer en la página 42,  en un vaivén significante, casi oxímoron, donde se une el origen y el destino: “Vuelvo al origen, donde nace la tierra, eterno olivo.” El silencio en José Antonio Santano actúa como una puerta por la que entra un resquicio de la historia, de su memoria y sus recuerdos. “Luna tras luna,/ en la piel de la oliva,/ nombres y besos.” –podemos sentir en la página 114.

Un libro, éste, La luna en el olivar, de José Antonio Santano, que nos lleva a la reflexión y al viaje interior e intertextual, porque tiene algo de testamento vital y lector del propio autor. Un libro lleno de elipsis que se completan y complementan en la mente lectora. Si lo leen, cuando cierren su última página, sus haikus permanecerán dentro del lector como “Croan las ranas/ a la orilla del río,/ ecos de olivos.”

 

Opiniones de un lector.

Custodio Tejada.

GRANADA COSTA

https://granadacostanacional.es/la-luna-en-el-olivar-cancionero-de-haikus/

 


sábado, 18 de octubre de 2025

EL AMOR DEL CLOWN de Juan Peregrina Martín.

 EL AMOR DEL CLOWN de Juan Peregrina Martín.

OPINIONES DE UN LECTOR



EL AMOR DEL CLOWN de Juan Peregrina Martín. Bajamar Editores, primera edición noviembre de 2024. 36 poemas y 67 páginas, 11 citas a otros autores, 5 dedicatorias esparcidas por el texto y tres páginas de “Agradecimientos líquidos” al final, como una carta náutica de nombres y afectos. En la portada (ilustrada por Leticia González) te espera la imagen de un clown con aspecto de Joker-Guasón leyendo un libro en un bar. El poeta, con su máscara de clown-joker, explora una panoplia de temas como el amor, el sexo, la familia, la nostalgia, la literatura… Su poesía fluye del soneto a la prosa poética. Un poemario donde el poeta, cercano y amable en las distancias cortas y crudo y retador en esta poética del clown, no sueña con “brillar en el matiz”, sino que ahora se conforma con “matizar el brillo” de las palabras y los significados, ya que aspira a revivir en su memoria y en el lenguaje. Un itinerario vital y lector que en manos del leyente que abre sus páginas convierte la lectura en un efecto Droste de emociones y pensamientos. Un poemario lleno de recovecos y cenizas sagradas por lo que la vida tiene de ritual divino.

           

            Decía el villano de película Joker que “Todo es un chiste. La única salida razonable es volverse loco.” Y recordar muchas veces es una forma de alcanzar la locura del tiempo y su guadaña. La locura es otra dimensión de la realidad. Como afirmaba Leopoldo María Panero “La locura es una defensa natural, una defensa del alma.” Hoy día, más que nunca antes, para escribir y publicar hay que estar un poco locos, o mucho.

            En algunas de las reseñas aparecidas sobre la obra en cuestión podemos leer lo que dice Calvo Galán, publicado en su blog, nos advierte que “el poeta se desenvuelve con un sabio barroquismo hispano”. Y para Javier Gallego (Blog Profundamente Superficial): “Con un lenguaje de raíz lírica profunda y una estructura fragmentada en secciones temáticas… Peregrina nos ofrece no un simple poemario, sino un verdadero descenso a los abismos del alma.” También añade que “el autor marca un tono de crudeza y belleza trágica” donde surge “la herida como matriz de la vida y de la escritura.” Según la IA “El amor del clown es una obra poética que utiliza la figura del clown para reflexionar sobre la condición humana, la vulnerabilidad, la búsqueda de autenticidad y la relación entre la máscara y la verdad. (…) con una poética de la herida y la máscara, donde el clown, con su maquillaje y sus gestos, se convierte en un personaje que revela tanto la fragilidad como la fuerza del ser humano.”

A la entrada del libro, en su avenida de esfinges, dos dedicatorias te reciben con los brazos abiertos: una para Ana Villalobos y otra para Narzeo Antino. Después, una tríada de citas (del Conde de Villamediana, José Ángel Valente y César Vallejo) te preparan con su agua bendita de palabras antes de entrar en la sala hipóstila  de su templo literario convertido en carpa de circo ambulante, un templo pagano impregnado de fe y desengaño, de agridulces nostalgias y deseos.

Un espíritu crítico cruza el “sky line” o el “underground line” del poemario. El poeta se convierte en un personaje literario y convertido en un joker-clown suigéneris recorre la poética de sus versos con aire de notario que levanta acta y da fe de la vida y sus maquillajes/máscaras. Y de los “Míticos silencios” que susurran desiertos y nocturnarios nos lleva a tres retratos de una “Familia como otra cualquiera”. En la tercera parte titulada “Homenaje incompleto” rinde pleitesía a distintos poetas que han significado un puerto seguro para él y su yo poético. Cuatro sonetos cuatro, a César Vallejo, a Constantino Kavafis, a Leopoldo María Panero y a José Ángel Valente. Una forma de medirse con ellos, una forma de agradecerles su legado y echarles un pulso imaginario. Y así, Juan Peregrina nos guía por los “Avíos del espectáculo”, con “Sinceridad” de crítico y testigo para hacer de la “Otredad” una “Rima interna” e íntima que funciona como cicatriz de declamaciones y metáforas amanecidas en su noche infinita. Porque su hábitat favorito es un ecosistema de “Poetas y otras especies” donde los nombres, las palabras y los silencios se tornan en laberintos para concluir en la nostalgia casi heroica de las “Orgías de antaño” que lo llevan “Junto al abismo” de los olvidos y las copas.

Una retahíla de nombres nos señalan un itinerario lector y referencial, pero también emocional y vital donde la sinapsis de los sentidos ponen su impronta. Glenn Gould, Pepe Hierro, Marilyn Manson, Paul Auster, Calvino, Pascal, Gil de Biedma, Elena Martín Vivaldi, César Vallejo, Claudio Rodríguez, Leopoldo María Panero, José Ángel Valente, Luis Cernuda, Ítalo Calvino, Antonio Carvajal, Narzeo Antino, Erasmo, Scardinelli, Miguel Hernández, Dorine y tantos nombres que aparecen en “El húmedo espectáculo de los agradecimientos…” al final del poemario. Y también los lugares, el espacio enmarcado como tapiz existencial: Albaicín, Granada, Marbella, Hades, Sodoma, Mediterráneo, México… El autor va y viene, te lleva y te trae para nunca volver a estar en el mismo sitio ni en la misma mirada, de sus lecturas a sus fobias. Y lo mismo se convierte en un compadre que vuelve la vista atrás para deconstruir su mirada y su percepción del otro y de sí mismo. Su emocionalidad a flor de piel es su gran capital irreversible. Su poética del yo convertida en un nosotros mágico y milagroso. Es exceso y derroche, pero también delicadeza y sensualidad. “… Y cerezas en mis labios de falso cristal./ Os he amado hasta la inmensidad de mis aortas…” (p. 60) Algún que otro ajuste de cuentas con los demás, pero sobre todo consigo mismo, con su yo del pasado y del presente. También encontrarás metaliteratura: “Oh, la historia de la literatura) –disciplina dispuesta a obviarte– puede/ metátesis de células aparte,/ contagiar y pudrirse al ser clausura/ de quien no se vendió ni del que cede/ su alma a otra cosa que no sea el Arte.” (p. 29)

Un libro, El amor del clown, que es poemario, pero también memorias y testamento, sembrado de palabras y barbecho de silencios al mismo tiempo, un invernadero de recuerdos y olvidos, de influencias e intertextualidades. Un legado lector y existencial. Un “pozo del deseo” al que el poeta echa palabras y emociones como monedas llenas de presagios y esperanzas para volver a ellas cada vez que lo necesite. Un itinerario vital y lector que va del infierno al cielo, de la vida al libro y viceversa, de la pasión al recuerdo como Dorine explorando una tragicomedia muda llena de máscaras y espejos “para recitar entre humo y copas.”

 

Un libro, El amor del clown, que invita más a hacer pucheros “con chupitos de lágrimas” que a la sonrisa. Conforme lo lees descubres a un autor personaje que podría matarte si quisiera con su lenguaje “entre la batalla y el olvido”, pero que su amor por la literatura y las personas es tan grande que al final, como lector, acabas amándolo y dándole un “abrazo dulce”. Porque Juan Peregrina Martín es “un fiel amigo/ aun dando puñaladas.” Pasen y lean, la función va a comenzar en el preciso instante que abras sus páginas.

 

OPINIONES DE UN LECTOR

Custodio Tejada.

Julio de 2025



TODOLITERATURA

https://www.todoliteratura.es/noticia/61260/poesia/el-amor-del-clown-de-juan-peregrina-martin.html#google_vignette

 


miércoles, 28 de mayo de 2025

FERIA DEL LIBRO DE GRANADA. Recuerdo fotográfico.

 FERIA DEL LIBRO DE GRANADA. Recuerdo fotográfico. (2025, 2024)





































miércoles, 7 de mayo de 2025

II FESTIVAL LITERARIO PURULLENA TIENE NOMBRE DE MUJER 2025

 II FESTIVAL LITERARIO PURULLENA TIENE NOMBRE DE MUJER 2025

Del 21 de marzo al 29 de marzo. Recuerdo fotográfico.




















domingo, 23 de febrero de 2025

ÁRIDA de Antonio Tocornal

 ÁRIDA  de Antonio Tocornal. Por Custodio Tejada.



ÁRIDA de Antonio Tocornal. I Premio Internacional de Novela Corta Francisco Ayala. Ediciones Traspiés. 2024. 174 páginas y 11 capítulos. Este libro, como un territorio Comala, nos lleva también al inframundo, a la tierra purgatorio de los muertos y de los recuerdos vivos. Árida es un texto fragmentario, bestial y magistral. La lectura de Árida me ha situado en un paralelo lector con la obra de Juan Rulfo, Pedro Páramo. En la contraportada nos avisan que es una novela coral construida con seis voces, averiguando cuando la leemos que los verdaderos narradores son las voces de seis conciencias. Y es que Antonio Tocornal entiende sus novelas como un mapa, como una isla, como un viaje, como una sensación de felicidad, pero también de tormento; en definitiva, como un territorio textual donde alcanza su “zona de saciedad”. Podría leerse como una novela compuesta de once cuentos, tantos como capítulos tiene. Cuando te atrapa el “ritmo respiratorio” de su narrativa no quieres despertar por si te asfixias.

 

Los instantes cambian con la misma rapidez e imperceptibilidad que lo hace un código QR en un control de asistencia, con el mismo vértigo de segundero y esa ansiedad de la hora punta. Hay autores que han convertido una historia inventada en “una verdad literaria” que atrapa al lector y lo moldea a su antojo, pero otra cosa es la verdad histórica que siempre va más allá de cualquier obra artística. Me encuentro en Youtube con un audio donde el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez dice: “Los críticos son una especie de profesionales parasitarios que por determinación propia y sin que nadie los haya nombrado se han constituido en intermediarios entre el escritor y el lector; es decir, el escritor se toma el trabajo de tratar de comunicar sus experiencias, de mandarle su obra al lector, y se encuentra con que en el camino hay unos señores que no dejan que llegue directamente esa obra, sino que dicen: «un momento, ustedes no están en condiciones de entender lo que este señor les quiere decir, nosotros se lo vamos a explicar». Y entonces entran en un problema de desexplicación total. Me di cuenta particularmente en Cien años de soledad. Cuando me di cuenta de eso empecé a no leer más críticos. Porque no solo trataban de decir qué había dicho en Cien años de soledad, sino qué más debía seguir diciendo…” También comenta que cuando un autor “atrapa a un lector logra comunicarle un ritmo respiratorio que no se puede romper, porque si se rompe despierta.” Pero ¿qué es lo que hace un escritor en su obra sino ejercer la crítica social, política, cultural…? ¿Acaso no hacen los autores metaliteratura muchas veces y se convierten en intermediarios de otros autores y sus lectores? Desde estas coordenadas intentaré dar mi opinión lectora sin pretender cruzar el río Misisipi de la crítica literaria como si fuera otro Hernando de Soto. Alonso Cueto (Artículo: “«Hijos de Pedro Páramo», la mirada de Alonso Cueto al Clásico de Juan Rulfo adaptado por Netflix.” Publicado en el periódico peruano El Comercio, 24-11-2024) dice: “Todos somos hijos de Pedro Páramo. Todos vagabundeamos por sus tierras áridas, bajo un cielo de colores inciertos, buscando a un padre. También sabemos que ese padre tiene diferentes nombres… Hemos aprendido a leer en sus frases concisas, llenas de polvo y esperanza. Sabemos que la vida y la muerte no solo se llama Comala sino también la América Latina.” –escribe Cueto en un deje con final negrolegendario. Y eso es lo que ha hecho Antonio Tocornal con su novela corta Árida, comunicarnos un ritmo respiratorio con su prosa, una sensación narrativa que no se rompe en ningún momento, hasta el punto que atrapa al lector como si fuera una mosca en la miel.

Escribe Aránzazu Miró en el Diario de Mallorca, en el artículo “Alegoría del Yermo”: “En la escritura y los modos recrea la aldea de Pedro Páramo de Juan Rulfo, a la que se acerca mucho para ofrecernos otra cosa… Qué buena la escritura de Tocornal, con un estudiado pero comedido uso poético, y cómo fluyen las frases. Es un libro que se puede leer en voz alta. Árida es el lugar de la muerte, en que a manera de camposanto, se ha quedado la guardesa…” El jurado del premio valoró que la novela “es una obra de gran potencia narrativa, llena de imágenes audaces y con una conseguida atmósfera literaria.” Juanma Chica en su blog “cogitoergosum” dice que “Árida es una colección de relatos con un hilo conductor a través de una geografía dura. Un páramo no solo ficticio sino también emocional que atrapa al lector en una angustia permanente durante todas sus páginas.”

Comala y Árida se hermanan en el mismo devenir literario gracias al truco escritor de Antonio Tocornal, que se suma así, con esta obra, al boom latinoamericano del realismo mágico, al menos en su herencia lectora e intertextual. Porque Antonio Tocornal ha escrito esta gran obra como si hubiera encontrado en Pedro Páramo una inspiración divina y un lugar-mito literario y en Juan Rulfo la figura de un padre. Una obra, Árida, donde Tocornal ha desarrollado su creatividad y su talento a imagen y semejanza de su padre literario. Y aunque parece heredero de Juan Rulfo, si éste representa la síntesis y la concisión narrativa, Tocornal representa la exuberancia y la poesía. Aunque también podríamos atisbar en ella la técnica del drama de estaciones de Valle Inclán. Y es que siendo Árida una reminiscencia de Pedro Páramo, especialmente en el capítulo de La Guardesa de la página 97, su narrativa está más cerca de la escritura poética exuberante de Gabriel García Márquez que de la prosa sintética de Rulfo. Porque el autor de Árida escribe como un narrador zahorí que sabe encontrar agua bendita en el lenguaje, convirtiendo sus renglones en “péndulos de cristal tallado” y sus párrafos en “varas de avellano en forma de horquillas”, hasta desaguar la página-pozo en un gran texto-río que quiere saciar la sed del lector más exigente. Con páginas apoteósicas como la 140 y ss., con la odisea de las ratas que me recuerda al farero de Bajamares que también comía lagartos, también de una belleza existencialista y freudiana infinitamente trágica y triste, dramática, donde el autor parece el mismísimo flautista de Hamelin arrastrando a los lectores con su prosa exquisita. Comparten un mismo espacio y tiempo roto y la misma prosa alegórica. Ambas son una novela corta. La escena de la niña del calero (p. 107) recuerda la escena en que Abundio mata a Pedro Páramo, donde como una especie de posesión o exorcismo pareciera que se entrecruzan en la mente lectora; si una lo hace desde la parquedad narrativa, la otra desde la locuacidad; entrando así en una dimensión transtextual, en un metaverso literario.

            En cierta medida, Árida guarda también algún paralelismo con otra obra del mismo autor, Bajamares. Si aquí son las seis voces, de tres hombres y tres mujeres las que cuentan a coro su historia (guardesa, caminante, arriero, soldado, niña y fugitiva), en Bajamares es la voz del guardafaros, del narrador, del barquero, de la madre muerta los que cuentan la historia, intercalados de documentos que actúan como una voz en off. Entre ellas también habita la misma soledad, el mismo realismo mágico, la misma pluralidad, una estructura similar, imágenes y metáforas…Una narrativa, la de Árida, que roza en algunos momentos lo claustrofóbico, como en Bajamares; especialmente por esa sensación de miedo que tiene el lector por si no puede despertar cuando llegue al final. Y es que como dice Josep María Nadal Suau en el prólogo de su anterior novela: “Bajamares está a mitad de camino entre lo soñado y lo recordado, la posibilidad y la certeza, instalada en un abismo que tiene el nombre, siempre incierto, de literatura.”; Árida no es menos en su paralelismo lector.

            Hay momentos muy cinematográficos en los que un alud de imágenes cubren al lector como si el autor se hubiera convertido en un director de cine al estilo de un Luis Buñuel redivivo: “…, y mi cadera vaciada de entrañas de mujer se clavaba en el suelo y se convirtió en un ancla que me lastraba en mi avance, en un arado. Y cuando se gastaron del todo, comencé a ir perdiendo las vísceras después de que se desarrollasen, y comencé a arrastrarlas tras de mí durante muchas leguas, y se fueron haciendo jirones después de que se enredaran en las protuberancias y en los salientes y en las matas de cardo del camino. Y algunos lagartos salían de sus escondites atraídos por el color de mis intestinos y de los restos de mi hígado y de mis riñones, y robaban bocados…” (pp. 158-159) Incluso hay párrafos o pasajes con tintes auténticamente gore. Pero también está lleno de poesía: “… y el costillar abierto como si fueran las cuadernas desnudas de un pecio vivo.” (p. 157)

            Árida podría leerse como una novela compuesta de once cuentos, tantos como capítulos tiene. El lector que se atreva a cruzar sus páginas, ante la avalancha narrativa de Tocornal, se sentirá enterrado vivo en su prosa magistral convertida en un sepulcro escrito, del que no sabe o no quiere salir. Tocornal es un autor que nunca decepciona, leerlo es una aventura y un placer. Esta es mi opinión lectora.

 

Opiniones de un lector

Custodio Tejada

Enero de 2025

 

Publicado en TodoLiteratura


sábado, 23 de noviembre de 2024

RINZENMUSEUM de Custodio Tejada.

 RINZENMUSEUM de Custodio Tejada.




REFERENCIAS EN MEDIOS.

1.- ZENDA. Autores, libros y compañía. 

5 POEMAS DE RINZENMUSEUM, de Custodio Tejada. 28 de octubre de 2024. Laura di Verso.

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-rinzenmuseum-de-custodio-tejada/


2.-Por Santos Domínguez Ramos. EN UN BOSQUE EXTRANJERO. 9 de noviembre de 2024. Blog de Santos Domínguez Ramos. 

https://santosdominguez.blogspot.com/2024/11/custodio-tejada-rinzenmuseum.html


3.- GRN. (granadaesnoticia.com) 18 de noviembre de 2024.


https://www.granadaesnoticia.com/cultura/custodio-tejada-presenta-su-poemario-rinzenmuseum


4.- IDEAL EN CLASE. 19 de noviembre de 2024.


https://en-clase.ideal.es/2024/11/19/custodio-tejada-presenta-su-poemario-rinzenmuseum/


5.- Por Paloma Fernández Gomá. En su blog. 

Rinzenmuseum de Custodio Tejada. Averso Poesía. Granada 2024. Por Paloma Fernández Gomá.

https://blogliterariopalomafernandezgoma.blogspot.com

21 noviembre de 2024


https://blogliterariopalomafernandezgoma.blogspot.com/2024/11/rinzenmuseum-de-custodio-tejada-averso.html


https://blogliterariopalomafernandezgoma.blogspot.com/2024/11/rinzenmuseum-de-custodio-tejada-averso.html?spref=fb&fbclid=IwY2xjawGu6axleHRuA2FlbQIxMQABHTbUs1uWpaqcBuzhaLO2HGHck9gU7iuss9Ed4iMOEu7b76VdEoapQ_iqZg_aem_uw8ku2TvMBUgMqM9SYVfRA


6.-Entrevista en la revista Ahorateleo. 20 noviembre de 2024. Por Carmen Hernández Montalbán.


https://laorugazl.blogspot.com/2024/11/hablanos-un-poco-de-ti.html


7.-Reseña de Ángel Olgoso. Blog de Ángel Olgoso. Lunes, 2 de dicembre 2024

https://angelolgoso.blogspot.com/2024/12/resena-de-rizenmuseum-de-custodio-tejada.html


8.-Por Jorge de Arco. Andalucía Información. Artículo de opinión: Para encender el fuego. 14-01-2025. “La colección Averso, publica Rinzenmuseum, una nueva entrega del poeta granadino Custodio Tejada.”

https://andaluciainformacion.es/jerez/1857505/para-encender-el-fuego/




9.- Fernando de Villena. Por correo, con su hermosa caligrafía:

“En la quietud otoñal de Almuñécar, frente al Mediterráneo, acabo de leer tu Rinzenmuseum. Es un libro plural, variado, chispeante de vida, de evocaciones, de ingenio y de belleza. Pero además es una obra llena de frescura y originalidad donde junto a ese gran lirismo no falta en determinados momentos la denuncia y por ello hay poemas terribles y otros muy profundos, llenos de reflexiones filosóficas. El lector encuentra impresiones de viajes y de paisajes, metapoesía (como en el texto dedicado a Javier Egea), de visiones diversas épocas y de poemas llenos de ternura y muy hermosos como los titulados «La crisis» o «Música cotidiana».” 

10.-  Opinión de Jesús Amaya: 

“Custodio, adoro tu poesía. Yo creo que eres un poeta verdadero. Para esta afirmación, dada mi nula preparación filológica, únicamente puedo expresar lo que tu poesía supone para mí: para ello empleo unas palabras de Joan Margarit (poeta al que adoro): «En un poema entra una persona con un determinado estado interior, lo que yo llamaría, (…), con un grado de desorden, a causa de los miedos, las tristezas, las pérdidas, es decir, los factores que continuamente están amenazando el equilibrio interior. Si a la salida del poema este desorden es menor, quiere decir que se trataba de un buen poema y que se ha entendido.»   Y esto me pasa con tu poesía. Esto es lo que quise decirte en la presentación. Custodio, yo doy gracias a la Vida porque existes, por tu sincero Canto a la búsqueda de la Belleza y del Espíritu.